Lorca

«Mi nuera murió por salvar la vida de mi hija»

María Luisa apenas puede articular palabra. Su voz va cogiendo fuerza a base de coger resuello pero según avanza la historia sus ojos se humedecen. Vuelta a empezar. Porque tiene que hacerlo.

020nac14fot4
020nac14fot4larazon

Así ha sido la vida de María Luisa. Una hija de cuatro años quemada hace unos años y un hermano paralítico. Ahora, el terremoto que ha asolado el municipio murciano de Lorca y se ha llevado nueve vidas. Una de ellas, la de su nuera embarazada de 28 semanas. «Mamá, tranquila, no pasa nada», le dice su hija Tamara para intentar calmarla con una voz serena que no sólo sorprende por sus 16 años de edad. Tamara está postrada en la cama del hospital Reina Sofía de Murcia. El movimiento sísmico le ha provocado la rotura de la pierna rota en tres partes –cadera, espinilla y muslo–, que mantiene unida a base de una placa de interna. Heridas en la cabeza y en el ojo izquierdo, que apenas puede abrir, y dolores fortísimos por todo el cuerpo.

«Yo estaba en casa de mi hermano, cuando sentimos el primer temblor salimos corriendo y fui a mi casa a por la niña», cuenta María Luisa. Ella y su familia gitana se dedicaban a recoger chatarra y aparcar coches en Lorca. «Pero mi hija estaba dentro cargando el móvil y...» Tamara tiene que continuar la historia. «Salí corriendo cuando noté el temblor, pero me lanzó hacia atrás contra la pared. Quedé inconsciente. Cuando volví en mí tenía un muro encima que me aplastaba».

María Luisa logra dominarse. Su casa se derrumbó. Empezó a retirar escombros hasta que dio con la pierna de su hija. «Pensé que estaba muerta». Sí encontró un cuerpo inerte. El de su nuera, embarazada de 28 semanas. Cuando tocó la tripa, el niño se movía dentro pero no consiguieron salvarlo. «Creo que ella hizo de escudo a Tamara, porque estaba encima de ella». Cogió a su hija en brazos y pidió auxilio, pero las ambulancias bailaban de un lado a otro sin reposo. Suerte que dio con un amigo que las llevó al hospital. Operarán a su hija el martes y puede quedar inválida. «Ella es muy lista, le encantan las matemáticas. Quiere ser enfermera». María Luisa y su familia no tienen a donde ir, ni familiares en otras ciudades. Vuelta a empezar.

Miedo e incertidumbre
No quieren regresar. Tienen miedo a volver a sufrir, a pesar de que sus casas podrían ser su hogar de nuevo. Es el caso de Andrea y su bebé. «La noche fue muy dura, tuve que pasarla a la intemperie con los niños, que se congelaron de frío». A pesar de eso, ha pasado el resto en el recinto ferial. «Tengo miedo a que haya más réplicas, no quiero volver a mi casa».
Mayra Aldás también vive en un mar de dudas. «Estaba en casa cuando se produjeron los dos terremotos y todo reventó. Salí corriendo y he pasado las noches en casa de unos amigos... No sé si volveré, esperaré a ver qué me dicen los seguros». La vivienda de Pedro García, ubicada en la zona alta del castillo, no sufrió apenas desperfectos, soportó los movimientos sísmicos. «Vivo en un quinto piso y todo empezó a temblar de repente... No voy a pasar por lo mismo».

«Mamá, no pasa nada»
Tamara, de 16 años, es un ejemplo de fortaleza y el sustento de su madre. Tiene dolores muy fuertes. El terremoto le rompió la pierna por tres sitios y apenas puede abrir un ojo por un traumatismo. Aun así, intenta animar a su madre: «Tranquila, no pasa nada».