Champions League
El renacer de la estampida (0-5)
El Madrid recupera el «instinto asesino» fuera de su feudo y deja al Mallorca en mantillas n Higuaín (2), Cristiano (2) y Callejón golean
Lo vio tan fácil Mourinho que en el minuto 79 hizo un guiño a la cantera y metió a Morata en el equipo. Ganaba 0-4. A los 8 empezó a fraguarse la victoria, que resultó holgada, 0-5 al final. El Mallorca apenas opuso resistencia y frente a un Madrid ambicioso y concentrado, se quedó en mantillas. Higuaín y Ronaldo, con dos goles cada uno, le desnudaron. Callejón firmó el quinto; Casillas sólo hizo una parada.
Higuaín jugó de delantero centro y, con un gol característico, muy suyo, media vuelta y zas, a los 8 minutos apagó el farol de José Mourinho, que insistió con Essien en el lateral izquierdo, lo cual no deja de ser un problema. Joaquín Caparrós siguió la táctica de Jurgen Klopp y se propuso convertir ese carril en un suplicio para el Madrid. Por unos instantes, los iniciales, pareció que se saldría con la suya. Nsue, como los alemanes Reus y Goetze, descubrió que la autopista no exigía peaje y se recreó. Corrió, avanzó y centró... Hasta que Modric y Xabi Alonso se turnaron para hacer la vida más fácil a Essien e imposible a Nsue, quien, aburrido, terminó en el extremo contrario.
Lo intentó el Mallorca, se percató del «cante» madridista, ese punto débil que cruje sin Marcelo y que añora a Coentrao; pero Mourinho dio órdenes precisas para ocultarlo. Cegada esa vía, el equipo de Caparrós se quedó a oscuras, tanto es así que a los 8 minutos ya perdía 0-1. Fue un magnífico regalo de Anderson Conceiçao a Higuaín. El argentino sólo dejó botar el balón delante de él y reventó la portería de Aouate. Lo vio tan fácil Cristiano Ronaldo que optó por disparar todo lo que le llegaba, tenía tanta ansia como flojo el gatillo, pero tantas veces fue el cántaro a la fuente...
Los errores mallorquinistas en retaguardia no cabían en la zaga del Madrid. Suturada la herida en la banda izquierda, Ramos, Varane y Pepe no permitían una alegría a los anfitriones, quienes, no obstante, de carambola, dispusieron de su mejor oportunidad. Fue cuando a Nsue el centro le salió chut envenenado y Casillas despejó con maestría. Poco después, jugada en las inmediaciones del área contraria, a la velocidad del rayo, no más de dos toques: Özil, Di María, Higuaín y zapatazo de Cristiano a la red. El 0-2 era una sentencia, porque el Mallorca no inquietaba y los jugadores blancos persistían en su dominio y en demostrar su jerarquía.
De cuando en cuando Giovanni dos Santos, Hemed y Nsue anunciaban un peligro que no era ni la enésima parte del que producía su zaga. Y así discurría el partido, sin que Aouate se viera amenazado y Casillas, mucho menos. Pero llegó el minuto 44 y Ximo pateó el tobillo de Cristiano Ronaldo. El grito se escuchó en el club Náutico y lo hubiese dibujado Edvard Munch. Al aficionado local le pareció que el «Skrik» de Ronaldo fue un exceso y a partir de ahí no cesó de protestarle. Aunque le dé lo mismo, a «CR7» cada vez le quieren en menos sitios.
Y como lo que no quería Caparrós era dar facilidades al Madrid, sus jugadores entraron en el segundo tiempo con el cuchillo entre los dientes. Los defensas cambiaron las facilidades por las patadas. El partido, antes medianamente entretenido, ahora era tosco; no por ello se distraían Di María, Özil, Cristiano, Modric, Alonso o Higuaín, un sexteto que mete miedo en los rincones más oscuros y recónditos de Transilvania. Puede que algunos de ellos no sean la pera limonera en defensa, pero al ataque son una estampida y de la nada hacen un gol. Así fue el 0-3, pase en profundidad de Cristiano a Higuaín y remate certero de éste; casi un calco del 0-4, sólo que a la inversa. Dos el «Pipa» y dos Ronaldo; el Mallorca, abatido. Lo intentó al principio, pero ni supo ni pudo.
Con el partido ganado, Mourinho cambió a Morata por Higuaín y terminó con Albiol por Alonso, que se marchó con dolor en la parte posterior del muslo derecho. Tampoco hubiese jugado el sábado contra el Zaragoza, acumula cinco amarillas. Desde el banquillo vio el quinto gol, de Callejón. El Madrid se parece al de la Liga anterior, ambicioso y voraz, ha vuelto a las andadas, por donde solía. Su problema es que el Barcelona no falla.
Modric hizo de Khedira
Faltaba Khedira en el centro del campo y Essien, según las normas de Mourinho, debía ocupar el lateral izquierdo. La solución estaba en el fútbol, en un centrocampista de creación como Luka Modric. El croata no solo fue capaz de entenderse con Xabi Alonso, sino que durante gran parte del partido, fue el que llevó el peso ofensivo del equipo. Dos maniobras suyas estuvieron en el origen del tercer y el cuarto gol del Real Madrid, los que llegaron en la segunda mitad. En el tercero, que marcó Higuaín, un quiebro le bastó para ganar terreno y descubrir un panorama abierto para el tanto del argentino. En el cuarto, lo más destacado lo hizo en defensa. Recuperó una pelota en el costado izquierdo, y se la dio a Di María. Esta vez remató Cristiano.
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