China

Los papeles de Mandela por Martín PRIETO

Los papeles de Mandela, por Martín PRIETO
Los papeles de Mandela, por Martín PRIETOlarazon

L a reina Victoria conmutó la pena de muerte por traición a nueve jóvenes por su deportación de por vida a Australia, convertida en isla-continente para la hez de los presidios ingleses. Pasados los tiempos, de los nueve grilletes, uno fue elegido primer ministro de la Australia independiente. Dos fueron Fiscales Generales del nuevo Estado, dos alcanzaron el rango de generales de brigada en el Ejército estadounidense, otro fue ministro de Agricultura de Canadá, el séptimo fue Gobernador de Montana (EE UU), el octavo devino en destacado político neoyorkino, y el noveno llegó a Gobernador General de Terranova.

Tan excelente cosecha de las mazmorras victorianas demuestra que hay que tener mucho tiento antes de ahorcar a alguien, porque puedes estar colgando a un prócer. Los surafricanos perdieron el tiempo encarcelando por 27 años a Nelson Mandela, que utilizó su prisión para perfeccionar su abogacía, dirigir el Consejo Nacional Africano y reflexionar incluso sobre el odio que en ocasiones le asaltaba. Le hicieron trabajar en minas de cal para que perdiera la vista o se le acartonaran los pulmones, pero, al final, tuvieron que sacarle de su encierro para negociar con él.

Mandela es grafómano y escribía hasta borradores de su correspondencia y sus pensamientos; cientos de miles de papeles desperdigados en diversos archivos han sido reunidos con método en apartados sobre su infancia y juventud, el hombre de familia que enviudó y se divorció dos veces, el luchador, el preso y el político.


Con prólogo de Obama
Ya había publicado su biografía tras recibir el Nobel de la paz en 1993, pero este material sin procesar, en carne viva, da una perspectiva mucho más directa y humana del personaje, incluidas sus dudas y contradicciones. Obviamente con su firma lo edita ahora Planeta con el título introspectivo de «Conversaciones conmigo mismo» y prologado por el presidente estadounidense Barack Obama. Los Nobel de la paz son contingentes: existen o pueden no ser. Han galardonado a varios hombres que tomaron las armas, pero es que el Comité noruego que los otorga no comulga con el sentimentalismo pacifista y entiende que los conflictos humanos no pueden siempre dirimirse con reverencias.

Mandela fue entrenado por el FLN en Argelia, y siendo líder del Consejo Nacional Africano fundó el MK, brazo armado, y envió agentes a China para proveerse de armas y explosivos. El «apartheid» fue un crimen contra la humanidad y el mérito de nuestro protagonista residió en abolir la discriminación racial evitando un gigantesco lago de sangre. Metodista, se remite a los Evangelios y escribe: «El hecho de tener que usar métodos pacíficos o violentos lo determina puramente la situación. Cristo utilizaba la fuerza contra los mercaderes del Templo porque en aquel momento era el único lenguaje que podía usar. No hay ningún principio que diga que no se puede usar la fuerza».

Un sentimiento retrospectivo le atormenta en prisión: cuando atropelló accidentalmente a una serpiente y vio por el retrovisor como se erguía en su agonía. Para espanto de las feministas, agarró por el cuello a Evelyn (Testigo de Jehová y uno de sus divorcios) y la erosionó los brazos cuando ella intentaba golpearle con un atizador candente. Tuvo poca paz en su vida excepto en la lectura en latín y griego de los clásicos. Portaba un revólver sin licencia y consideraba la no violencia sólo como una táctica.

Lo que convierte a Mandela en un referente mundial es su lucha intelectual durante 27 años de trabajo forzados por no odiar a los blancos, por forjar una nación no interracial, sino no racial, intertribal y multirreligiosa. Postuló la lucha armada, pero siempre estuvo abierto al diálogo con los dialogantes. «He luchado contra la dominación de los blancos, y he luchado contra la dominación de los negros. He abrazado el ideal de una sociedad democrática y libre en la que toda la gente conviva en armonía y en igualdad de oportunidades. Estoy preparado para morir». El 9 de mayo de 1994 Frederik de Klerk (un bóer) traspasaba la Presidencia de Suráfrica y Pretoria a Nelson Rolihlahla Mandela en las primeras elecciones libres del país.



- Título: «Conversaciones conmigo mismo»
- Autor: Nelson Mandela
- Edita: Planeta
- Precio: 21,90 euros