Barcelona

Prohibido abuchear

La Razón
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Vale que no es de recibo abuchear mientras se celebra el acto solemne de homenaje a los Caídos. Está mal y debemos crear un clima de respeto para este tipo de ceremonias, que son de Estado y van más allá del partidismo. Pero eso no justifica el Protocolo que propone la ministra de Defensa para prohibir los abucheos a Zapatero.

No sabemos muy bien cómo piensa alcanzar semejante objetivo Chacón. ¿Multando, quizás, a los que piten? ¿Cobrando un peaje a los asistentes a los desfiles? ¿Pagándoles sólo por aplaudir? El planteamiento es peregrino. Igual que no se pueden poner puertas al campo, es imposible llevar a la gente con bozal a los desfiles, salvo que los prohíba. No lo creo, aunque a los socialistas les va lo de prohibir. Prohíben rotular en español en Cataluña y multan a los que vulneran las cuotas de catalán y persiguen a los taxistas de Barcelona que lucen en sus coches la rojigualda. Prohíben la Misa en los actos castrenses, rendir honores a la Custodia en el Corpus de Toledo y que Legión desfile en la Semana Santa malagueña. Y prohíben hasta los Toros en la Monumental. Salgado quiso cargarse por decreto el consumo de vino y de hamburguesas grandes, y Jiménez está empeñada en la prohibición total del tabaco y la bollería industrial. Nada comparado, ciertamente, con lo que pretende Chacón: prohibir los abucheos. Claro que no todos. Se refiere en particular a los abucheos a Zapatero, pues nada ha dicho de prohibir los pitidos al Rey en la final de la Copa, ni la quema de retratos del monarca en Gerona, ni las agresiones físicas al otrora vicepresidente Rato en Barcelona, ni las amenazas a Aznar llamándole asesino tras el 11-M. Todo esto se ve que seguirá estando permitido, incluidas las quemas de banderas nacionales y de la Constitución a las que nos tienen acostumbrados algunos ultras izquierdistas. Lo único que quiere prohibir Chacón son los abucheos de la ultra derecha a ZP, entendiendo que son ultraderechistas cuantos reclaman su dimisión, aunque no sabemos si incluirá aquí a los delegados de CC.OO y UGT que pidieron la cabeza de Zeta en un acto previo a la ultima huelga general.

En vez de preguntarse por que cada vez son más los pitidos al presidente, insisten en la manía de prohibir. Lo que debería hacer Carme Chacón es averiguar por qué a Rodríguez Zapatero le abuchean tanto. Con sus predecesores no pasaba, y no dice la verdad González cuando afirma que a él le abucheaban exactamente los mismos. No señor, Felipe González tuvo la suerte durante años de ser un presidente respetado, y sólo al final de su mandato se encontró a sus detractores en la calle.

El problema es que igual Zapatero no lo esta haciendo tan bien como piensa. O que se ha dedicado más a crispar que a integrar. Los aplausos, como los desaires, se los gana uno por sus obras. No se pueden eliminar por decreto. Puede usted prohibirlos si quiere, pero la gente aplaudirá o abucheara según en cada momento considere. Por ejemplo, el otro día le gritaron sin piedad al jefe del Gobierno, pero aplaudieron a rabiar al Rey Don Juan Carlos, a la Guardia Civil y a las Fuerzas Armadas en general. Por algo sería una cosa y también la otra. ¿O no?