Cambiar para seguir siendo los mismos. Ése es el espíritu de la reordenación acordada ayer por el grupo La Caixa. La Caixa seguirá siendo una caja de ahorros con un «core capital» del 10,9%, muy por encima, incluso, de lo que el Gobierno baraja para las entidades financieras que se pueden encontrar en peor situación de solvencia. La ministra de Economía, Elena Salgado, dijo el lunes al presentar la reforma de la reforma de la ley de cajas que éstas tenían abiertas todas las posibilidades para alcanzar los niveles de solvencia exigidos. Bastaba con tener una solvencia demostrada y no depender de la financiación de los mercados mayoristas.
La Caixa ha abierto el camino. No será tan fácil para el resto de las entidades que han optado por una fusión tradicional, como las cajas gallegas, las castellanoleonesas o las dos catalanas.
El listón capital del 8% que se ha puesto para todas las entidades en relación con capital prestado con riesgo está al alcance de muy pocas entidades. La Caixa es una de ellas. Las otras son BBK, Ibercaja y Unicaja. El resto, mientras no se demuestre lo contrario, no están en disposición de cumplir la primera de las premisas.
Eso significa que deberán superar un listón de capital básico (acciones, reservas y beneficios generados) superior al 9%, un listón que el Gobierno no ha dejado nada claro, reservándose la potestad, incluso, de hacer un traje a medida de cada entidad.
Tal y como están los mercados de capitales y con la espada de Damocles en manos del Banco de España, que dirá en septiembre qué cajas no han progresado adecuadamente, parece muy difícil que las cajas que han intentado preservar su personalidad jurídica puedan mantenerla de aquí a seis meses.
En el fondo de la nueva regulación subyace la frustración del Banco de España de no haber podido conseguir el mapa da cajas que lleva deseando desde hace años. Lo que no se entiende es que haya aprobado todas las uniones que se han hecho.