Cárcel

Un preso ataca con una cuchilla a un funcionario de prisiones

El interno era considerado «de confianza» en la prisión de Valdemoro

La Razón
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madrid- Pedro ejerce como funcionario de prisiones desde que el penal de Valdemoro abriera sus puertas allá por 1992. Por eso, el pasado domingo no podía siquiera imaginarse que sufriría un ataque de uno de los presos a los que había otorgado más confianza después de tratarla durante mucho tiempo. Tal era su confianza que llegó a quedarse a solar con él en la enfermería de la prisión y, precisamente entonces, recibió la cuchillada en el cuello.
El atacante, que también se llama Pedro, es un preso toxicómano que gozaba de la libertad condicional durante el fin de semana. Según aseguran compañeros que auxiliaron al atacado, el interno regresó al penal el domingo en un estado claro de embriaguez y, presumiblemente, bajo los efectos de alguna droga. Ante los síntomas, que suponen la vulneración de las normas del permiso penitenciario, le obligaron a someterse a una prueba analítica de orina, que Pedro rechazó alegando que tenía una preparada.

Los funcionarios rechazaron la propuesta del interno puesto que contravenía las normas y cuando por fin accedió a realizarse la prueba, se abalanzó violentamente sobre el cuello de Pedro, provocándole un corte profundo que casi llega a la yugular con una cuchilla que escondía en la boca. Afortunadament, los compañeros del trabajador se dieron cuenta rápidamente de lo que sucedía y trasladaron al herido a las dependencias sanitarias de la prisión donde recibió ocho puntos de sutura.

Escondida en la boca
Según explicaron los servicios sanitarios del centro, Pedro permanece fuera de peligro sin embargo, deberá someterse a un procedimiento de análisis de «accidente biológico», por si la cuchilla con la que fue herido estuviese infectada por algún virus.
En el penal de Valdemoro, nadie entiende la reacción del interno. Según la dirección del centro penitenciario, el interno llevaba entrando y saliendo de la cárcel desde finales de la década de los 80, aunque mantenía una buena relación con los funcionarios y a menudo colaboraba en trabajos de lavandería y recogida de basura. Además, desempeñaba labores de confianza como la de encargado de la capilla. Los curas tenían un buen concepto sobre el comportamiento del preso Pedro, por lo que quedaron muy desconcertados tras conocer el ataque al funcionario. Por su parte, el agresor fue trasladado a otro centro penitenciario donde permanece aislado.