Cataluña
Blecua: «Una sociedad necesita buenos hablantes»
El centenario de la RAE y el Diccionario son algunos de los retos del filólogo, que dirigirá esta institución a partir de enero
Para muchos «café solo» y «café sólo» no es lo mismo, a pesar de que la Ortografía deje al arbitrio del usuario, que en ocasiones es bastante arbitrario, esa tilde polémica. El nuevo director de la Real Academia Española, que es un hombre prudente, elude la cuestión con una pregunta sin ambigüedades, una pregunta que no deja nada al azar:
-El café, ¿con leche?
José Manuel Blecua proviene de una familia de filólogos. Su apellido es un apellido de filólogos, de hombres vinculados a las humanidades, educados en la voluntad del estudio, que es una voluntad escasa, extraña, en una sociedad donde se valora el éxito temprano, inmediato. Antes que él lo usó su padre –la huella de sus trabajos sigue viva, por ejemplo, en la edición que hizo de la poesía de Quevedo– y después su hermano. Pero es él quien ha recibido de los académicos la confianza para dirigir la RAE durante los próximos años. Una tarea ardua, en la que tendrá que litigar con los preparativos del tercer centenario y con la nueva edición del Diccionario.
-¿Cuáles son los retos que plantea ahora América?
-Los problemas son diferentes. No son iguales los países monolingües, como Guatelama, que los que tienen dos idiomas, como EE UU. Además, el español de esta nación no es unitario. En Chicago tienen más influencia los mexicanos. En Luisiana, los canarios... En estas zonas se plantean las dificultades de las lenguas en contacto, la relación del léxico. Pero eso también les da su peculiaridad y exotismo. El español de Puerto Rico, por ejemplo, es muy castizo.
-¿Hay que reforzar vínculos?
-Sí, con proyectos en común. El Diccionario, para 2013, por ejemplo. El pasado viernes, además, se acordó un homenaje, con un volumen de estudios y análisis, a José Rufino Cuervo, del que se cumple el centenario de su muerte el 17 de julio de 2011.
-¿Seguirán convocándose los congresos internacionales que se iniciaron con Zacatecas?
-No tienen que ser cada tres años. Y habría que revisar los criterios. El modelo está agotado. Debería haber una innovación. Habrá que reunir las comisiones y sacar conclusiones y también resolver las cuestiones económicas, que no son fáciles de solucionar.
-También se está trabajando en un nuevo portal para la RAE.
-Sí. Tiene que ser un encuentro de la lengua española. Poner todos recursos que tengamos a disposición de los usuarios, que no son una unidad, sino una población heterogénea de la que también forman parte los hispanistas. Tiene que ser dinámico, con un buen gestor. Ahí pondremos, como la Biblioteca Nacional ha hecho en su caso, nuestro Fuero de Zamora, el manuscrito de «El libro del buen amor» que conservamos y la cantidad de documentos de los concursos literarios que convocaba la RAE en el siglo XVIII, del que salieron poetas como Meléndez Valdés. Y también tendrá todos los diccionarios, claro.
-¿Cuáles serán las innovaciones que incorporará el Diccionario?
-La actualización y renovar algunos campos. Hemos terminado el del automóvil. Ahora habrá que tocar la botánica, zoología. Sobre todo afectará a los campos más especializados.
-¿El área científica es una deuda para el español?
-La ciencia sólo tiene una lengua y es el inglés. Todas las revistas son en este idioma. No se puede entrar. El mundo científico se rige por otras normas. Otra cosa es la incorporación del léxico a la lengua española. Pero es un problema común a los demás idiomas. Hay que asegurar algunos términos para unificar y que los hablantes los acepten de una manera natural. Y tampoco se puede poner nombre a todo lo que salga nuevo. Hay que buscar normas generales.
-Siempre se ha hablado de mejorar la presencia del español en la red.
-El problema no es de número, es de calidad, de la utilidad de las páginas que existan. Que haya millones no sirve de nada, porque ¿qué vamos a hacer entonces cuando entren todos los chinos? Entre todas, hay que saber a dónde acudir y a dónde no acudir, qué medios son útiles para el aprendizaje.
-La enseñanza es un problema.
-Cada vez que se extiende la enseñanza a toda la población se produce un descenso brusco. Ya ha pasado con anterioridad. A eso hay que sumar que no existe una unidad en los planes de estudio. Las Comunidades Autónomas tienen el suyo, y el Ministerio de Cultura, sólo influye en una parte pequeña. A los chicos se les enseña muchas cosas y quizá habría que centrarse sólo en lo fundamental, que desarrollen sus capacidades intelectuales y su capacidad crítica en la lengua. Habría que retornar a enfrentar al alumno con el texto, que tiene sus propias fases pero también sus resultados. Y, por supuesto, mejorar el lenguaje oral, que se ha abandonado. A mí me han confesado que hay alumnos que no han escrito un folio.
-En España descuidamos el lenguaje, en cambio, en Iberoamérica, no.
-La moda ahora es que no se cuida la lengua, aunque es cierto que América se la cuida mejor. En España lo que ha sucedido es que se han roto los registros que antes existían. Ahora, hay cosas que a nadie se le ocurría decir antes en la televisión y la radio, y, sin embargo, se dicen, y a las cinco de la tarde, que es el horario de audiencia para jóvenes. Algo similar a este fenómeno pasó en el siglo XVIII. Se produce una inseguridad en la fronteras del idioma y se mezcla el lenguaje tabernario con el que se utiliza en los medios que son de ámbito público. No es nada recomendable. Si ese fenómeno se extiende en la sociedad, a la larga, modificará el idioma. Pero eso sólo se corrige con la enseñanza.
-Ya ha insistido en ese punto.
-El problema esencial es la enseñanza. Es fundamental para los hablantes. Los estudiantes deben comprender que la vida profesional de, por ejemplo, un ingeniero será mejor si sabe escribir bien. La lengua es un medio que necesita todo el mundo. También hay que cimentar el respeto por el profesor. Hay que dignificar esas relaciones en los institutos. Está claro, de todas formas, que una sociedad necesita buenos hablantes.
La convivencia del castellano y el catalán
José Manuel Blecua lleva cincuenta años viviendo en Cataluña y, según afirma, nunca ha tenido «el más mínimo problema» con el bilingüismo, aunque es consciente de que la situación del catalán «es muy débil, porque el castellano es una lengua de una potencia tremenda», informa Efe. «El catalán tiene que sobrevivir. No se trata de vivir, sino de sobrevivir, y la inmersión lingüística es de las pocas cosas que le permite hacerlo». El nuevo director dijo que en estos años «el catalán y el español conviven sin dificultad en Cataluña». Y lo dice quien ha sido «el representante de la lengua española en la universidad» de Barcelona desde 1968.
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