Parlamento Europeo
Bienes políticos
El desconcierto de la izquierda no se aprecia atendiendo a sus representantes más ignaros sino a los más talentosos. Felipe González defendió tras la derrota en las elecciones de mayo la urgencia de «tener proyectos claros y sostenidos de salida de la crisis que preserven valores, bienes sociales que hemos ido conquistando con esfuerzo y que pueden estar en peligro». No hemos conquistado nada. González menciona la distribución de la renta, la sanidad, la educación y las pensiones, es decir, conquistas del Estado a expensas de la libertad y los bienes de los ciudadanos. Pretende situarse entre el estatismo y el liberalismo, buscando el centro, como todos los políticos, e ignorando que no hay tal cosa como nuestro «esfuerzo» para lograr el Welfare State, que nos fue impuesto. Cuando los socialistas de todos los partidos hablan de «bienes sociales» se están refiriendo a bienes políticos, a la intervención del Estado sobre la sociedad civil. Esa intervención no es neutra, porque sus supuestos logros derivan del quebrantamiento de derechos de los ciudadanos, y además generan consecuencias que también se descargan sobre la población, desde los mayores impuestos hasta una deuda insostenible. Lo que está en peligro, entonces, es el montaje de los mismos políticos intervencionistas que ahora pretenden presentar como solución la misma combinación centrista de libertad y coacción que ha conducido a la situación actual.
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