España

Entre pitos y gaitas

Representantes del mundo del deporte, la empresa y la política acudieron a la ceremonia

Emilio Butragueño, Sara Carbonero, Fernando Fernández Tapias y Nuria González llegaron juntos a la ceremonia
Emilio Butragueño, Sara Carbonero, Fernando Fernández Tapias y Nuria González llegaron juntos a la ceremonialarazon

OVIEDO- Gaitas contra bocinas. Discursos contra eslóganes. Carteles contra pancartas. La entrega de los Premios Príncipe de Asturias dejó ayer esa estampa de tenue enfrentamiento en las calles de Oviedo. A las seis comenzaba el acto de entrega de los galardones y a las seis y diez estaba convocada una manifestación en la Plaza de la Escandalera (el nombre no venía más a propósito) para protestar por los recortes. La música que recibe a los premiados se mezclaba con los silbidos y los gritos.

En las aceras, ayer, apenas había público ni banderas y, al contrario que en pasadas ediciones, se veían bastantes policías. Muchas ventanas permanecían cerradas y sin las banderas habituales de la comunidad que adornan las fachadas en otras ediciones. Los premiados, no obstante, se presentaron en la entrada del Teatro Campoamor a su hora. Cuando llegaban, los manifestantes gritaban y los gaiteros soplaban más fuerte para intentar mitigar el sonido de la algarada.

Aplausos para Xavi y Casillas
Miyamoto logró que el tono se rebajara, y Xavi y Casillas, que pareciera que todo podía acabar en aplausos. Pero no fueron los únicos que pasaron por la alfombra. Ahí se vio a la novia de Casillas, Sara Carbonero, que atrajo multitud de focos; y también a la novia del centrocampista culé, Nuria Cunillera; a la madre de Letizia Ortiz, que fue reconocida por la gente (quizá ella reparó en una bandera llena de retratos y fotografías de su hija que algunos habían colgado de una de las vallas). Además, se pudo ver a Emilio Butragueño, del Real Madrid, al empresario y conocido madridista Fernando Fernández Tapias, junto a su mujer, Nuria González, y al presidente del FC Barcelona, Sandro Rosell. También asistieron al acto Francisco Álvarez-Cascos, Vicente Álvarez Areces y Pedro de Silva, ex presidentes del Principado de Asturias. No faltaron en la entrega ex ministras como Cristina Garmendia, músicos como Anton Reixa, reconvertido en gestor al frente de la SGAE, y modelos como Sandra Ibarra.

Frente al pesimismo, el presidente de la Fundación Príncipe de Asturias, Matías Rodríguez Inciarte, quiso resaltar cómo España ha sido capaz de salir reforzada de la crisis: «La riqueza de nuestra cultura, su dinamismo, su solidaridad y su apertura al mundo han sido siempre palancas decisivas para nuestra recuperación», defendía en un mensaje en el que no faltaron expresiones como «esperanza» y «confianza en nosotros mismos».

Don Felipe y Doña Letizia acompañaron a la Reina en su llegada. Fueron saludados por unos. El Príncipe se volvió a la gente, le sonrió y levantó la mano en un gesto hacia ellos. Su entrada apenas duró unos breves segundos. Luego se cerraron las puertas del teatro. Y todo quedó de nuevo en la calle.

Con las ondas de Verónica Lake y el sello de Varela
Negro sobre blanco, con el sello de Felipe Varela. La Princesa de Asturias combinó un cuerpo de manga francesa en georgete de seda en transparencias y pailletes con una falda en gasa de complicado patronaje. Sobre el cuidado «total look» de su diseñador de cabecera, destacó su peinado años 40, que emulaba a la actriz Veronica Lake, que siempre ocultaba la mitad de su rostro, dejando la otra mejilla libre. Doña Letizia logró un volumen extra y echó mano de una horquilla de pedrería negra.