Pamplona

Illo illo illo Joselillo

Illo illo illo Joselillo
Illo illo illo Joselillolarazon

La corrida de Dolores Aguirre no lo puso fácil, más bien dio a la terna más de un quebradero de cabeza. El sexto se descordó en el peto del caballo. Descanse en paz y le vino a sustituir otro del mismo hierro. No se libraba Joselillo de la de Aguirre ni con sobreros. Reaparecía después de la cornada de Madrid que le dio un toro con el mismo hierro. A tomar viento las supersticiones. No hay otra. Así que antes de que acabara la tarde, la mala tarde de Dolores, recibió al sexto bis de rodillas en el tercio con largas cambiadas. Había que cambiar la suerte. Ya hay que tener valor. Mucho más para ponerse en el mismo centro del ruedo de rodillas y comenzar la faena. De hierro forjado hay que tenerlos. A mí, desde la última fila de la grada, me temblaban las ideas sólo de pensarlo. Aquello, el toro, iba como un tren sin mando a un paso de arrollar. Aguantó Joselillo estoico y en ese punto era ya ¡Illo Illo Illo Joselillo! Los milagros de San Fermín. El toro que iba sin freno y rajado le dejó echar toda la carne en el asador, nada se quedó dentro y metió en la faena a todos. También a las peñas, que debían estar a estas alturas recalentadas. Hundió la espada de primeras y el hundimiento asomó en los tendidos. Dos orejas. Puertas grande. Logro conseguido. Pasó un mal rato con su anterior oponente. Malo a las claras por el izquierdo y dudoso a derechas. Resultó cogido su banderillero Juan Martín Soto. David Mora impuso su ambición con el segundo desde que pisó plaza. Se le vio en los quites, en la manera de hacer, de querer, y se lo agradeció la suerte con el toro más potable del encierro. Un dolor menos. La firmeza y la entrega fueron los pilares de su labor, que supo rematar y tras ese colofón llegó el premio. No hubo opción de más ni por equivocación. Una cara más difícil vivió con el quinto, complicado, orientado, reponiendo...Iván Fandiño pasó inédito, casi mejor en estos casos no dar noticias. A su primer toro se le olvidó lo que era humillar y el cuarto no tenía ni media embestida. Idiomas de más sabía. Papelón que solventó con aparente facilidad. Se abrió la puerta grande, la abrió ¡Illo illo illo Joselillo! Y todos contentos.