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El Rey abdica

Don Leandro no quiere dinero sólo el Toisón por Jesús MARIÑAS

Leandro de Borbón, tío de Don Juan Carlos
Leandro de Borbón, tío de Don Juan Carloslarazon

Caballero andante, pero sin triste figura. Menudo es. Don Leandro de Borbón es una especie de Quijote, incluso a sus 81 años recién cumplidos. Anda indignado por una información astutamente titulada: «Vivo con 411 euros al mes». Algo real, pero manipulado. El único tío vivo de Don Juan Carlos lo precisa. «No es cierto, no, aunque responda a una realidad. Es cierto que cobro 411 euros de jubilación. Pero mi hijo me ayuda mucho, incluso corriendo con los gastos del piso», asegura. Don Leandro vive en un dúplex con piscina en una de las mejores zonas de Madrid. Una y otra vez lo tientan para que se siente en un plató, pero él rechaza todas las ofertas. «Y si no tuviera dinero, ¿recurriría a Casa Real? Algo harían con el pariente ‘‘pobre''», bromeo con él. Tenemos buena amistad desde que trabajé en Radio España con Conchita, su luminosa esposa. Allí formé dúo con Alejo García Ramos.-De mi sobrino, sólo quiero el Toisón de Oro.-Pero eso no alimenta, Infante. Suerte de los 911 euros del retiro de Conchita. -Me corresponde, aunque sea un bastardo reconocido, igual que a mi hermana María Teresa, la pobre... Si Juan Carlos se lo otorgó, entre otros, al Duque de Calabria, que sólo es primo, ¿por qué no a mí, su tío carnal, hermano de Don Juan y de las Infantas Beatriz y Cristina?Me encontré con él en la cena para Antonio Gala, donde Enrique Cornejo volvió a demostrar su amor al teatro. En Valladolid acaba de estrenar espectáculo, no sé si «show», con Bertín Osborne y Arévalo, un sorprendente mix que abarrota.Gala pareció implacable aquella noche con Concha Velasco, una de sus heroínas, sin llegar a la grandeza escénica irrepetible de Mari Carrillo, Amparo Rivelles o Julia Gutiérrez Caba, protagonistas de su mejor teatro. Fueron años de abundancia. Testigos del condumio hablan y no acaban de cómo el autor casi se ensañó con Velasco. Acostumbrada a sus caprichos e intemperancias, soportó el chorreo. Fue incesante y no permitía digerir un doble ataque con andanada premonitoria:-Te veo muy bien de cara, querida Concha...-¿Y de lo demás? ¿Tan sólo de cara?Le dio la noche, que devino en noche triste. Imperdonable, cuando no insoportable. Ay, estos genios...