Bruselas

Europa da otra oportunidad al régimen sirio

La UE tiene aún la esperanza de que el presidente sirio, Bachar Al Asad, acusado de más de 800 muertos y otros miles de torturados y detenidos, inicie el camino de las reformas.

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Los europeos llevaron hasta el límite las herramientas de presión diplomática, ampliando las sanciones hasta su propia figura y cancelando las inversiones y la cooperación económica de 1.300 millones de euros entre Europa y Siria. Sin embargo, los Veintisiete se negaron a pedir que deje el poder, ni siquiera a plantearle un ultimátum entre las reformas o la salida, tal y como hizo la semana pasada Barack Obama.

«Es al pueblo [sirio] a quien le corresponde decidir el Gobierno que desea». Justificó así la prudencia la jefa de la Diplomacia europea, Catherine Ashton, al término de la reunión de los ministros de Exteriores en Bruselas. Ashton mostró sus esperanzas en que Asad responderá «apropiadamente» a la presión diplomática desde la UE, que ayer se aumentó al incluir en la prohibición de vuelos a Europa y en la congelación de activos en el continente a nueve altos cargos del régimen, además del propio Asad.

La celeridad que mostró la UE contra Gadafi tras la represión en Libia contrasta con la extrema cautela regalada a Damasco, que respondió con cañonazos de sus tanques y fuego de ametralladoras a las protestas que piden una apertura política. Nadie niega en las conversaciones diplomáticas que el peso y el papel que tiene Siria en Oriente Medio es crucial, por lo que nadie quiere arriesgarse a un vacío de poder. Su influencia en Líbano, la vinculación con Irán y, por tanto con Hizbulá y Hamas, amplificaría cualquier cambio que se produjera y pondría toda la región en llamas.

Los europeos han estado divididos entre los partidarios de mantener una postura dura desde el principio, liderados por Gran Bretaña y Francia, y una minoría que ha preferido una respuesta gradual más cauta, incluida España. La ministra de Exteriores, Trinidad Jiménez, continuó ayer dando un voto de confianza al círculo de Asad. «Estamos esperando a que podamos ver realmente si todavía hay una oportunidad para iniciar un proceso de reforma en el país», dijo.

La canciller rechazó que haya una doble vara de medir a los autócratas de la región, y no quiso dar la opinión del Gobierno sobre si Asad debería dejar el poder porque la UE quiere evitar respuestas bilaterales. Como reconoció Jiménez, «ya estamos en el máximo de sanciones que podíamos adoptar; a partir de ahora esperamos que esto tenga algún resultado».