Poesía

Los nuevos embajadores de la elegancia por Jesús MARIÑAS

Es un trío singular, contrapuesto y lleno de apostura. Pertenecen a diferentes estamentos y componen prototipos casi antagónicos, excepto en sobriedad.

(De Izda. a dcha.), Sanz, Conde y Fernández con sus galardones
(De Izda. a dcha.), Sanz, Conde y Fernández con sus galardoneslarazon

 El miércoles, Jorge Fernández, Carlos Sainz y Mario Conde recogieron el premio a la elegancia que les otorgó el Club de Sastres de España y tejidos Gorina en la madrileña Joyería Suárez. Mientras el presentador Jorge Fernández recurrió a un Tom Ford que parecía diseñado para él, el ex financiero y hoy tertuliano demoledor Mario Conde vistió de Reina. El campeón de rally se mantuvo fiel al sastre Jaime Gallo, que también viste a su padre. Lucieron diferentes pelajes: desde el color granito del automovilista a la alpaca en azul desleído del ex banquero, pasando por la mezcla de tonos negros del presentador, que volvería a ser Míster España en caso de presentarse.
Fue una cita que ensalzó modales y que incluso destacó la elegancia que no se ve, la que reside en gestos, como el de Bertín Osborne, quien ha creado una fundación para niños discapacitados que le hizo merecedor del premio a la labor humanitaria. Los homenajeados recibieron el particular galardón: unos gemelos de esmalte azul con una estrella en el centro. «Tengo unos muy parecidos», hizo saber un Mario Conde, feliz en su retiro gallego, que no proyecta abandonar. Al preguntarle si ya ha reunido fondos para comprar el pazo que al principio ocupó en alquiler, contestó que «ahí sigo viéndolas venir. Es mi guardia y mi relax». También se permitió bromear sobre su estancia en prisión: «Sigo usando trajes de hace veinte años que están como recién estrenados al no ponérmelos durante mucho tiempo», y rió su propia gracia no exenta de amarga ironía. Conde calcula la recuperación económica española en «al menos cuatro o cinco años, tirando por lo bajo», porque «esto está francamente mal». La pregunta que siguió era obligada: «¿Pero peor que en sus años de banquero?». «Son momentos incomparables, entonces no había crisis y sabían lo que tenían entre manos», explicó. También reconoció que, «más que por estilo, me gustaría ser reconocido por gestos como el de Bertín». El cantante no pudo asistir por sus actuaciones en el teatro con la obra «Mellizos», en la que comparte cartel con Arévalo.
Los sastres que otorgaron el premio justificaron la falta de nombres jóvenes en la terna, al explicar que se basan en criterios, si no anticuados, sí representativos de un cierto «establishment» del maduro, tirando a «clasicorro». Fue casi una marginación de elegantes per se como José María Manzanares, Cayetano Rivera, Pablo de Hohenlohe o Íñigo Arteaga. Sólo Jorge Fernández, con su planta y su pelo encrespado, rompió con la uniformidad.