Crisis en Podemos

«Nos da igual que digan que nos vayamos»

No les importan las quejas de los comerciantes ni los avisos del Gobierno sobre un posible desalojo. «Nos da igual lo que digan», afirmaba un portavoz. Los «indignados» continúan en Sol, aunque en condiciones cada vez peores. La repercusión del movimiento 15-M les ha desbordado y no saben cómo controlarlo.

Los «indignados» no lograron ponerse de acuerdo ayer para celebrar la asamblea de cada tarde
Los «indignados» no lograron ponerse de acuerdo ayer para celebrar la asamblea de cada tardelarazon

En los últimos días ya no ofrecen propuestas de ningún tipo, no hay buena comunicación entre ellos y sólo se centran en la reestructuración del campamento. Una reforma que algunos consideran «necesaria por su seguridad», pero que no saben de qué manera realizarla. Se habla de «barracones» permanentes, pero sería ilegal, aunque esto no les ha preocupado hasta ahora. Sin embargo hay otros que no quieren ni oír hablar de la posibilidad de abandonar el campamento, porque creen que el movimiento 15-M no habría servido para nada.

De momento están quitando las tiendas de campaña que estaban «desperdigadas» por la plaza y las han metido debajo de las lonas, para dar más sensación de «orden y limpieza». Las comisiones se reunieron ayer para tratar el cambio de formato de la acampada, y se suponía que iban a consultar las «decisiones provisionales» que tomaran en la asamblea general. Una asamblea que, en principio, iba a celebrarse a las ocho de la tarde se atrasó hasta las nueve y finalmente se suspendió por «problemas técnicos» con la megafonía, según un portavoz, y por «descoordinación interna», según otro. Es prácticamente imposible que dos portavoces respondan lo mismo ante la misma pregunta.

Una incidencia que resolvieron impartiendo un «curso teórico y práctico asambleario» a los asistentes. Algo que no fue del agrado de todos los que se habían desplazado hasta Sol para estar presentes en la asamblea general, por lo que muchos se levantaron y se marcharon quejándose. Los que se quedaron se dividieron en grupos de diez personas y se repartieron los papeles de moderador, encargado de dar el turno de palabra y escritor de actas. Después, se les planteaba la situación de que una propuesta fuera rechazada por varias personas y tenían que encontrar la solución para llegar a un consenso.

Las respuestas de los «alumnos» serán estudiadas por las comisiones y se llevarán a cabo si son viables. Una forma más de reconocer que no saben cómo seguir con lo que han organizado y que necesitan ayuda e ideas nuevas para continuar avanzando.Incluso dejan que personas de otros movimientos expongan sus ideas ante la gente que acude a la asamblea. Ayer permitieron que un hombre animara a los allí presentes a hacer una cacerolada ante el Congreso de los Diputados. Este hecho se contradice con el «pensamiento colectivo» que ellos promulgan y se acerca más al «individualismo» contra el que se supone que luchan desde que empezaron las acampadas. Tras 18 días no sólo les fallan las fuerzas, también las ideas.