Murcia

Urtain por Paco L Mengual

La Razón
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Durante mi niñez, Urtain era casi un dios. Su imagen llenaba portadas de periódicos y reportajes sobre su vida ocupaban varias páginas de las revistas de mayor tirada. La multitud lo aplaudía y jaleaba en los lugares donde aparecía; nadaba en dinero y conducía los automóviles más lujosos del momento. Era el retrato del éxito. Unos cuantos años después, me enteré que sobrevivía vendiendo lotería por los bares de Madrid, durmiendo en antros y comiendo de la caridad de una parroquia. Nada; ni dinero ni amigos habían quedado de los días de gloria. Al poco, se conoció la fatídica noticia de aquel último salto desde la azotea de un edificio. Otro juguete roto estampado contra la realidad de la vida.