Vaduz

Un bar

La Razón
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La arbitraria y fundamentalista ley del Tabaco –nadie olvide que se presentó durante la necia estancia de doña Trini en el Ministerio de Sanidad– ha arruinado a numerosos bares y restaurantes. Otra cosa son las terrazas, que han hecho su agosto, y nunca mejor escrito, aunque todos los veranos tengan su final. En Madrid, por aquello de las elecciones que se avecinan, he notado un inicio de laxitud en su cumplimiento. Si la clientela es conocida y de segura lealtad, se fuma y nada pasa. Ana Pastor, la experta en Sanidad del Partido Popular, y también luchadora contra el tabaco, ha dicho en diferentes foros y ocasiones que el PP, de ganar las elecciones generales, recuperaría la vieja ley derogada y como en Holanda, se volvería a la permisividad controlada. No obstante, creo que ha llegado el momento de invertir en un bar. Intento convencer a un grupo de amigos para hacerlo. Un bar en Madrid que se denominará «Bar Faisán». Si en España existen más de quinientos establecimientos de hostelería con el nombre de «Las Vegas», no hay motivo para impedir que en Madrid se abra un «Bar Faisán» como el de don Joseba Elosúa, tan visitado por algunos de nuestros más ilustres comisarios de Policía.

Me ha convencido don Joseba, que se ha visto obligado a rendir visita al juez de la Audiencia Nacional don Pablo Ruz. Su Señoría le ha preguntado a don Joseba el origen de los tres millones de euros que tiene depositados en Suiza a través de una fundación establecida en Liechtenstein, y don Joseba le ha respondido al señor juez que ese dinero es fruto de sus negocios particulares y que nada tiene que ver con la red de extorsión y chantaje de la ETA. Ello me ha animado.

Liechtenstein es un Principado y paraíso fiscal. Su capital es Vaduz, y su príncipe, un señor muy simpático y educado que no se pierde una boda. En ese aspecto, nada tiene en común con Ernesto de Hannover, el separado esposo de Carolina de Mónaco. Liechtenstein está a un tiro de piedra de Zurich, y la verdad es que merece la pena visitarlo. Un paisaje de ensueño, una ciudadanía rica y campechana, y un refugio del dinero de los grandes millonarios del mundo. No quiero decir con esto que don Joseba, el propietario del «Bar Faisán», forme parte de tan selecto club, pero séame permitido celebrar su capacidad de ahorro. Conseguir que un bar como el «Faisán» produzca tres millones de euros de ganancias es como para organizarle un homenaje con discurso a los postres y entrega de bandeja de plata con un «aurresku» de colofón. Y poseer una fundación con sede en Liechtenstein no está al alcance de cualquiera. A este hombre, si se demuestra que nada tiene que ver con la ETA y sus extorsiones, habría que nombrarlo ministro de Economía y Hacienda, y le dejo a Mariano Rajoy la patata caliente.

Si un bar «Faisán» en Irún genera semejante productividad, un «Bar Faisán» en un local céntrico de Madrid sería tan pingüe negocio, que en dos años, sus propietarios podríamos adquirir la mayoría de las acciones de «El Corte Inglés». Es nuestro objetivo y aprovecho la ocasión para hacerle la advertencia a don Isidoro Álvarez. Con sede en Vaduz, como está mandado.