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Castilla y León

OPINIÓN: A mi querida Rosalía

La Razón La Razón

Un buen amigo me ha hecho llegar esta semana la entrevista realizada a Rosalía Cruz emitida por Televisión Castilla y León.

Rosalía Cruz es una mujer de mediana edad que, después de pasar por el quirófano, se ha quedado sin pies ni manos. Pero no sin sonrisa.

Esta salmantina, consagrada al servicio doméstico toda su vida en las filas del Opus Dei, se ha transformado en una sonrisa íntegra, libre, verdadera. Ha empezado a vivir su cielo en la tierra. El periodista se queda perplejo ante esta sonrisa, casi se rebela ante ella como quien no soporta tanta luz en medio de tanta miseria. Y yo, la verdad, no he visto claro en esa frontera a la que la figura amputada de Rosalía parece acercarnos con el escándalo de su sonrisa: la frontera entre el hombre y el ángel.

Pero, más tarde, he empezado a verla a otra luz, como quien toda su vida «ha sabido lo que quería». Y ahora casi la envidio. Digo «casi» porque, aunque oscuramente, también yo creo saber lo que quiero en la vida. Tal vez si me viera en el cuerpo de Rosalía vería, como ella, claro lo que ahora veo oscuro. Yo pienso que la mayoría de los mortales no sabemos lo que queremos en la vida porque lo queremos todo. Y sufrimos porque queremos, a la vez, el cielo y la tierra. El mal contemporáneo no es la falta de sentido. Es que lo tenemos y lo queremos todo.

Por eso, acercarse a alguien que, como Rosalía, sabe lo que quiere, impresiona. Rosalía tiene todo el tiempo del mundo para sonreír y recibir la sonrisa. Nosotros, en cambio, nos pasamos la vida lamentándonos del poco tiempo que tenemos. Pero no es que no tengamos tiempo: es que no tenemos lo que queremos, no tenemos sonrisa.