Londres

Blatter no mató a Manolete por una vez

La Razón
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Desengaño, decepción, desencanto, ¿un timo el Balón de Oro de Messi? No. Como el chasco llega muy poco después de que Blatter vendiera el Mundial de 2018 al oro de Moscú y el de 2022 a los petrodólares de Qatar, pasándose por el forro las excelencias de la candidatura ibérica, la conspiración judeomasónica y la persecución a España resucitan a los mártires de la patria. No es eso. Ni porque el palo de Singapur a Madrid 2012, al elegir la candidatura virtual de Londres, o el más severo de Copenhague 2009, al optar Jacques Rogge por los peligros de Río, ocultos tras los traseros de Copacabana, desenmascararan las espurias intenciones del COI, como en el fútbol las de la FIFA. Blatter y Rogge venden pollinos a precio de angulas y envían emisarios para comprobar su inmenso poder poniendo de hinojos a cualquier gobernante. Han despreciado a Zapatero, y a Obama y a Cameron. Están por encima del bien y del mal, habitan en una escala superior, levitan y sus órdenes se cumplen a ritmo de tambor. Pero en esta elección del Balón de Oro Blatter no ha intervenido. Messi en 2010 ganó un título menos que Xavi e Iniesta, ¡el Mundial! Pero metió 60 goles, 58 con el Barça y dos con Argentina en diez encuentros. Y lo que llega al seleccionador y al capitán de las Islas Fidji, de las Feroe, de Bermudas, Sri Lanka o St. Kitts and Nevis son los resúmenes de los partidos de la Liga, o sea, los extraordinarios goles de Messi, no los pases de tiralínea de Xavi o la imaginación que desborda Iniesta en cada uno de sus regates. A partir de ahí, no del golazo histórico de Iniesta en el Mundial o de la cabeza privilegiada de Xavi, votan. Los periodistas de «France Football» habían elegido a Sneijder; el resto, en su mayoría, a Messi. Por una vez Blatter no mató a Manolete.