Sevilla
Huérfano por Patricia NAVARRO
Era la Feria de José Tomás. Su vuelta, su anhelado regreso después de un año de ausencia y siete orejas con tres cornadas en el infinito recuento de su pasado más reciente por la plaza de Madrid. Su plaza, madrileño, aunque una vez que cruce el Atlántico de nuevo, llegará a su tierra con la sangre mexicana renovada. Entre México y España debatió siempre su carrera. Hay lugares predestinados para las personas y México va unido a José Tomás a sangre y fuego. Muchas sangre derramó allí, primero en Autlán de la Grana, también se asomó a la muerte, y años después ya convertido en figura universal del toreo hizo que el mito rozara lo inverosímil. ¿En qué semidios se ha convertido José Tomás tras vaciarse, regar el ruedo de Aguascalientes con la sangre que emana sin poder sujetarla?Dos tardes tenía firmadas en Madrid. Esta vez no importó el dinero. Y se desplomaría, rota de emoción la afición, si el torero obrara el milagro de volver a vestirse de luces aquí, donde supo mantener en el altar al mito hace apenas dos años. Sobre el 12 de junio se arrojan las dudas, aunque toda cabeza lógica negaría la posibilidad. Se queda San Isidro y el Aniversario con la incertidumbre de su vuelta, vacía, hueca, huérfana. Tampoco estará Ponce, de antemano se sabe. El francés Castella, que reina en Madrid a su antojo, se anuncia tres tardes. No pudo ser en Sevilla, se apretará la ambición para derrocharla en Las Ventas. Y otros toreros vienen con el aura inmaculada de figurones. A El Juli se le medirá, porque Madrid es así y no regala nada a nadie y menos a quien cae por arriba del escalafón. Once o doce años de alternativa le han llevado al mejor momento. Si se acerca a la obra mágica que creó en Sevilla, su Madrid rotundo y con el corazón de hierro se entregará. Ya lo hizo hace dos años en una faena que ganó intensidad según pasó el tiempo. José María Manzanares ha pasado por el quirófano por una hernia discal que le atenaza el cuerpo. No se le notó en La Maestranza. Además del empaque, que lo lleva puesto, derrochó valor. Ese arte del valor que asombra y multiplica las sensaciones. Ni que decir de Morante de la Puebla. Hace mucho que en Madrid se le espera, se le venera y se le exige. Sus faenas han dejado el sabor de la eternidad en el ruedo. ¿Alguien podrá olvidar cómo toreó el sevillano de capa? No hay desmemoria que lo borre.
Patricia NAVARRO
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