País Vasco
Sin proyecto de país
Lo único que preocupa en La Moncloa y sus aledaños de Ferraz es mantenerse en el poder y continuar en una tercera Legislatura.
Pasadas las emociones, expectativas mediatizadas, sofismas, soflamas, y vituperaciones varias y recíprocas interpartidistas sobre el cambio de ministros del pasado día 21 de octubre, parece llegado el momento de reflexionar sobre su significado, ya sin las prisas de las inmediateces enardecidas. Empezando por apreciar la circunstancia de que el renovado gabinete de ZP, ni siquiera ha formulado una declaración programática para lo que queda de Legislatura, como era de esperar con tantas insinuaciones como se hicieron sobre su altísima relevancia. Y si tal cosa no ha sucedido, es porque, en línea con el título de este escrito, no hay proyecto de país. Fundamentalmente, porque a estas alturas de la película del «Maquiavelo de León», el arte de gobernar por estos sufridos pagos, ya no es otra cosa que «el conjunto de acciones y mixtificaciones para no perder el poder». Y para ello se recurre a cualquier expediente: criterios que se consideraban inmodificables, se cambian sin más; principios que eran inconmovibles, se precipitan al vacío; y así se acaba en una única regla, «todo vale si en algo sirve para perpetuarse en La Moncloa».
Pero como tantas veces se ha dicho, no cabe engañar a tanta gente durante tanto tiempo, y con tantas incoherencias y deficiencias como las que día a día emergen de un gobierno, cuya incapacidad de gestión va haciéndose tristemente proverbial.
En ese sentido, la circunstancia de que Pérez Rubalcaba haya sido designado delfín, siendo más talludo y experimentado que su mentor, no deja de resultar sorprendente. Todos compartimos la idea de que Don Alfredo es persona inteligente, pero la verdad es que la emplea a fin de enredar cualquier tema, hasta límites casi increíbles; para ulteriormente optar a ser el desenredador mayor del reino.
Al flamante vicepresidente primero habría que hacerle unas pocas preguntas, previendo su posible candidatura alternativa a la de un ZP que cada día luce más en declive. Esas cuestiones no deberían ser sobre el posible pacto con ETA y sus parientes, sino sobre cuestiones de verdadero interés general para el futuro del país: ¿qué opina Vd. de la PAC y la penosa situación de la agricultura española? ¿Qué proyecto de política industrial tiene el Gobierno, si es que tiene alguno? ¿No le parece que la emisión de deuda por el sector público está generando un overcrowding destructor de centenares de miles de pymes? ¿Qué significan para España las negociaciones internacionales en curso en la OMC, G-20, FMI, Ecofin, BCE, etc.? ¿Los mercados de deuda, hasta cuándo nos darán credibilidad con el masivo hispano-endeudamiento que está produciéndose? ¿Cómo cambiar la actual ineficiencia del gasto público a que sirva para impulsar la recuperación? En suma: ¿qué criterios de desarrollo tiene el Gobierno que Vd. vicepreside para salir de una crisis grave y cuya gestión por los sucesivos gobiernos desde el 2008 ha rayado en lo deleznable?
Ahí está el problema: de aquí a marzo del 2012 lo único que preocupa en La Moncloa y sus aledaños de Ferraz y otros reductos políticos, repito, es mantenerse en el poder; y continuar en una tercera Legislatura. En vez de recomponer un país lacerado por la crisis que va a la deriva, todo se polariza en un permanente duelo con el mayor partido de la oposición, en un Parlamento en el que lo importante es ver quién resulta más ocurrente o vitriólico, en vez de resolver los problemas pendientes.
Y así las cosas, llegamos al meollo de la dinámica actual del PSOE y su Gobierno: agarrarse a un clavo ardiendo para evitar el colapso electoral 2011/12. Y ese clavo ardiente no es otra cosa que un pacto con ETA, a fin de presentarse el Sr. Rubalcaba como el «gran pacificador»; emulando a Alfonso XII, a quien se aplicó ese título al terminarse la Tercera Guerra Carlista, por lo cual se le dedicó el gran monumento que abraza el estanque del Parque del Retiro de Madrid.
Y aquí viene la cuestión más de fondo: para la problemática paz con ETA, el Sr. Rubalcaba y otros genios de la negociación algo habrán de ofrecer a la banda terrorista «para que se rindan». Y uno se pregunta: ¿qué va a ponérseles en la bandeja? ¿Un referéndum para la independencia del País Vasco? ¿La anexión de Navarra a lo que sabinariamente llaman Euskadi? ¿La desembocadura del Ebro por el Golfo de Vizcaya, en vez de por su célebre delta? Todo eso carece de sentido, sería la claudicación del Estado y de la Nación ante quienes no presentan ninguna opción política creíble, de lo que hasta Batasuna está empezando a darse cuenta.
Es un sueño irrealizable: la paz con ETA gestionada por el Sr. Rubalcaba en plan Iber-Superman y manejada mediáticamente con las artes más sinuosas. De tal gatuperio no cabe esperar nada. Al tiempo.
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