Europa

Zagreb

Pleno del Madrid: rojo impar y gana

El Madrid ganó en Zagreb. Triunfo irreprochable y corto (0-1), para todo lo que remató. Más de veinte disparos, uno al travesaño, de Benzema, el mejor del partido junto con el portero Kelava, y el tanto de la victoria en el casillero de Di María. La cruz fue la expulsión de Marcelo a los 72 minutos por doble amarilla. Injusto. Leko, una variante de Sweeney Todd, terminó el partido.

Cristiano Ronaldo
Cristiano Ronaldolarazon


De rojo y de los nervios, así empezó el Madrid en Zagreb. Después de fallar Cristiano Ronaldo un gol cantado (min 3) que le regaló Xabi Alonso, sólo las acciones de Karim Benzema, un mano a mano que Casillas ganó a Rukavina, la pesadilla de Pepe, y el sentido futbolístico del tolosarra disimularon el desbarajuste táctico del equipo, una anarquía.

El Getafe mostró el camino a Mourinho, pero éste no lo quiso ver. Si la pareja de baile de Xabi Alonso es Coentrao, no hay guateque que valga. Coentrao es un lateral izquierdo excelente, de lo mejorcito que hay en Europa, más fiable atrás que Marcelo y con llegada; pero donde le sitúa su compatriota rescata, sin proponérselo, la figura colegial del medioestorbo. Está tan pegado a Xabi que resta uno. Pero, claro, tiene que jugar. Es difícil que siente a Marcelo para actuar donde realmente rinde; fuera de cacho es más anárquico que Sergio Ramos, y tan mal estratega.

Coentrao ahora corre más que Gebrselassie cuando iba al colegio (ya saben, 20 kilómetros diarios para ir a la escuela), pero no suma. No tiene suerte con el remate, porque lo intenta, y en buena posición; pero los huecos que deja en la zona ancha son lagunas que aprovecha el contrario para llegar hasta Casillas. Desespera a Xabi, que se multiplica, y el equipo se desestabiliza. El problema no es suyo, sino de su entrenador y de los 30 millones que ha costado.

No es culpa de Coentrao, sin embargo, que Özil no haya vuelto de las vacaciones, o que a Cristiano le cueste Dios y ayuda regatear a un contrario; mas hay que tener paciencia porque el equipo posee recursos suficientes para contrarrestar incluso el capricho del entrenador. Y uno de los fundamentales en estos albores de temporada, un pilar, es Benzema. No pierde balones, los juega siempre con sentido, al primer toque si puede para que no se coloque el contrario; se desmarca, corre, mira, centra, regatea y dispara, como en el minuto 11, cuando el larguero le repelió el tiro.

Las mejores jugadas de la primera parte las firmó el francés, que parece otro, y sólo el acierto de Kelava estropeó su sensacional jugada: dejó sentados a varios defensas, centró, Di María chutó, despejó el portero y Özil tiró tan flojo que al meta le dio tiempo a sacar una mano milagrosa y evitar el primer gol. Acto seguido Casillas evitó el tanto de Rukavina, quien por tercera vez ganaba la espalda a Pepe. Sin más, concluyó el primer tiempo.

Sin cambios empezó el segundo; continuó el Madrid al ataque y Benzema contribuyó a que Di María hiciera el 0-1. Fue una jugada en la frontal, de Cristiano a Karim, de éste a Marcelo y gol del argentino. Mourinho, en uno de los palcos del estadio, consumido por los nervios en la jaula, más cuando Ronaldo recibió una plantillazo alevoso de Leko, el carnicero del Dinamo, quien se libró de la segunda tarjeta por su quinta entrada antirreglamentaria.

Según Luis Vives, «el descuido es la perdición de todas las artes», y el Madrid, después del gol, se distrajo y Pepe volvió a verle las orejas al lobo. No fue culpa suya en esta ocasión que Rukavina se le presentara solo. Despejó a córner y exigió más atención a sus compañeros, entre quienes Coentrao mejoraba con respecto a la primera mitad porque no para de correr, trabaja una barbaridad y ahora lo hacía con sentido. Le habían corregido en el vestuario y cuando Marcelo vio la segunda amarilla se situó en el lateral.

La expulsión de Marcelo, que dejó al Madrid con diez a los 72 minutos, fue extremadamente rigurosa. Dos minutos antes se ganó la amarilla por una entrada más leve que cualquiera de las de Leko; la segunda se la mostró el árbitro por simular una caída dentro del área. Marcelo no se tiró, tropezó, creo, y el Dinamo se fue arriba. Entonces Higuaín entró por Özil, Lass por Di María y Arbeloa por Benzema. Kelava continuaba siendo el mejor de su equipo, el Madrid no se arredró, mantuvo la puerta a cero y ganó el partido, de rojo. A la cuarta de «colorao» fue la vencida: marcó un gol, por fin, y triunfó.