Lotería de Navidad
Las vidas cambiadas del Gordo
A estas alturas de diciembre, el Gordo es la «visita» más esperada en Navidad por millones de españoles que, este año, han invertido una media de 68,6 euros por habitante en el sorteo extraordinario de pasado mañana
A estas alturas de diciembre, el Gordo es la «visita» más esperada en Navidad por millones de españoles que, este año, han invertido una media de 68,6 euros por habitante en el sorteo extraordinario de pasado mañana. Para bien en la mayoría de los casos y, excepcionalmente, para mal en casos contados, la lluvia de millones ha teñido de rosa la vida de miles de personas desde que en 1812 se celebró el primer sorteo. En algunas ocasiones, se da la coincidencia de que la fortuna llega hasta por partida doble, triple o cuádruple. Éste es el caso de Félix Hernández Reverte, un vecino de localidad almeriense de María al que le tocó el Gordo en 2002. En los dos años siguientes fue agraciado dos veces con sendos premios de la Lotería Nacional, y para más inri, el pasado 4 de diciembre fue el ganador del sorteo de la ONCE. ¿Se puede tener más fortuna? Sólo en los últimos ocho años a Félix le han llovido del orden de 516.000 euros. Y sigue trabajando.
Es socio de la cooperativa de autobuses y taxis Mahimón y compra unos cien décimos al año. «Lo hago siempre con mucha ilusión, como dice el anuncio de la tele, porque espero que me vuelva a tocar. Me paso mucho tiempo conduciendo, incluso trabajo los fines de semana. Y cuando voy al volante pienso muchas veces qué haría si la suerte me llegase de nuevo. Yo creo que me ha tocado varias veces la lotería porque Dios sabe que siempre pienso en repartirlo».
Félix estaba de caza el día en que le tocó el Gordo. Su mujer tenía el presentimiento de que la fortuna les rondaba y le dijo antes de irse: «Estate atento al móvil por si te llamo». Y así pasó. Cuando estaba en lo más alto de la sierra sonó el teléfono: «¡Vente a casa que nos ha tocado la lotería del club de fútbol Vélez Rubio!», dijo su mujer. Al principio no la creyó, pero «insistió mucho y la noté distinta, nerviosa. La conozco bien porque me casé con ella con 17 años, y acabé regresando a casa y fastidiando a mis amigos el día de caza». Luego recordó que, además del décimo que tenía su mujer, tenía guardados otros dos premiados en la cartera que no había logrado vender. Así se convirtió en millonario.
«Invertí el dinero en renovar coches de la cooperativa de la que soy socio, saneé mi economía y me compré un Mercedes de segunda mano y otros dos vehículos a mis hijos. Tenían 19 y 21 años y también les ayudé a hacerse una casa. El dinero de los sorteos posteriores lo invertí en una segunda vivienda en la playa y allí voy con mi mujer y mis nietos cuando puedo». Pese a la lluvia de millones, Félix sigue trabajando. «La vida te cambia porque te permites lujos que antes no tenías y aunque sigo haciendo la misma jornada laboral que antes, la verdad, me siento afortunado».
Una casa con jardín
Lorenzo Moreno Isabel, propietario del supermercado «Telecompra Moreno», situado frente a la estación de Ferrocarril de la capital Segoviana, es conocido en toda la provincia. Y no sólo por el amplio servicio a domicilio que tiene de productos de alimentación, sino porque, hace diez años, repartió 15.000 millones de las antiguas pesetas entre más de 2.000 familias de Segovia en pequeñas participaciones que fueron premiadas con 30.000 euros cada una. «El premio estuvo muy repartido y nadie se llevó una gran cantidad. Ese día fue muy bonito, el barrio se revolucionó, fue un desmadre... Tuvimos que cerrar la tienda. Todavía la gente recuerda aquel día». Aunque también hubo sinsabores: disgustos entre gente del barrio que no tenía participación... Pero Lorenzo prefiere no continuar con este capítulo amargo porque «tuvimos muchos disgustos por la envidia atroz». A fin de cuentas, diez años después «todo ha quedado en alegría». Lorenzo no ha dicho a nadie cuántas participaciones llevaba del Gordo. «No lo he dicho ni nunca lo diré». «Cuando recibí el dinero lo primero que hice fue hacerme una casa como Dios manda, con jardín. Después, tapé agujeros y contratamos más personas en la tienda para que mi mujer y yo pudiésemos trabajar más tranquilos y así poder atender mejor a la clientela.
Hemos ido prosperando y llevamos una vida cómoda y sin hipotecas. Nuestra posición económica es buena y la crisis no está siendo un problema para nosotros», dice.
Lorenzo recuerda cómo ese año muchos vecinos se compraron un coche e hicieron obra en sus casas. Hubo quien «aprovechó para separarse de su pareja» al verse con un puñado de millones y también quien tuvo «disgustillos» en la familia cuando decidió repartir el dinero de la lotería con los hijos. De esas, Lorenzo sabe mil historias.
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