Valencia
Euforia la justa
En el PP quieren echarle un poco de agua al vino de las encuestas cuyos efluvios pueden provocar esa falsa euforia de las borracheras que terminan en resaca. Los más realistas hablan de una distancia no mayor de cinco puntos en el cómputo total de las elecciones municipales y autonómicas del 22 de mayo. Hay que dividir entre tres lo que machaconamente vienen pronosticando los sondeos desde hace ya meses. Sobre todo porque todos ellos se refieren a los comicios generales que, como pronto, se celebrarían en el otoño, aunque todo parece indicar a día de hoy que Zapatero aguantará el tirón hasta marzo del próximo año como le están pidiendo los grandes empresarios y no pocos notables de su partido. Así las cosas, las probabilidades de que el presidente anuncie sus intenciones en el Comité Federal del 2 de abril son muy escasas, ente otras razones porque el tema sucesorio se esta complicando. Las nuevas revelaciones del llamado caso Faisán y las negociaciones que el Gobierno mantuvo abiertas con ETA tras el atentado de Barajas donde murieron dos personas, coloca a Rubalcaba en una situación comprometida. Quien sabe si, al final, Zapatero decida volver a presentarse con lo que él piensa es su gran aval: haber hecho los deberes en materia económica aunque, como los malos estudiantes, se pusiera a ello tarde y a regañadientes. Quienes le han visto últimamente aseguran que su optimismo antropológico no ha descendido lo más mínimo. Al parecer sigue creyendo que los españoles sabrán valorar en las urnas su reacción química que le ha llevado a hacer todo lo contrario de lo que venía predicando desde que llegó al poder. Claro que una cosa es la impresión que se saca hablando con ZP y otra muy distinta suele ser la realidad. Y esto no es nuevo, viene ocurriendo desde el primer momento. Los populares no descartan ninguna hipótesis, incluida esta de que ZP repita, posiblemente la preferida de buena parte de los notables del partido de la oposición. Lo cierto es que si las encuestas no se equivocan, el rechazo que provoca en los ciudadanos el todavía jefe del Gobierno es prácticamente imposible de remontar. El asunto es si él lo sabe, o si su particular visión de la realidad le hace creer que es capaz de ganar una nueva batalla al estilo de El Cid en Valencia. De momento hay que esperar a la noche del domingo 22 de mayo para tomar decisiones de calado. Esto sí parece tenerlo claro después de que propios y extraños le hayan afeado su frívola conducta al abrir la caja de los truenos sucesorios cuando menos falta hacía. Esa frivolidad es la que ha puesto a los socialistas, a todos, a los pies de los caballos. Incluso a aquellos que lo han hecho bien en sus comunidades o ayuntamientos. Circulan algunas encuestas, que no van a ver la luz, en las que se pone de manifiesto que algún feudo que hasta ayer mismo parecía inexpugnable, podría cambiar de manos. Encuestas que han encendido la luz de alarma no en Ferraz, que tiene su gracia, sino en la calle Génova donde saben mucho de frustraciones de última hora que no están dispuestos a revivir.
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