Nueva York

Murdoch atrapado en el escándalo

Rupert Murdoch, fundador, presidente y consejero delegado del imperio mediático News Corp, está atrapado desde hace semanas en uno de esos jugosos escándalos que sus múltiples periódicos y televisiones habrían exprimido sin compasión.

A sus 80 años y tras haber creado el segundo mayor conglomerado mediático del mundo, Murdoch ha sido la víctima de su propio estilo de hacer periodismo muy criticado, pero que a él lo ha llevado a situarse en el nivel de los casi intocables y a ser visto como un magnate de prensa de los de manual.


El escándalo de las escuchas ilegales en el Reino Unido que llevó al cierre del News of The World, su diario más veterano, empezó por lo que parecían simples pinchazos telefónicos a famosos, políticos y miembros de la realeza británica, pero terminó por mostrar el ejercicio de las formas más despreciables de periodismo.


De camino, ha acabado por destapar un caso de corrupción por connivencia con la Policía británica y que puede incluso salpicar a las más altas esferas de la política de ese país, incluido su primer ministro, David Cameron, y ha provocado célebres dimisiones en el seno de News Corp e incluso de Scotland Yard.


El vaso del escándalo en el que parece hundirse Murdoch se ha ido colmando gota a gota por las revelaciones de que periodistas de ese diario pincharon el teléfono de una niña asesinada, de familiares de los militares británicos fallecidos en Afganistán o de las víctimas de los atentados de Londres de 2007.


En Estados Unidos ya se investiga algo que, de confirmarse, levantaría muchas ampollas: si los medios News Corp hicieron escuchas ilegales de los familiares de las víctimas del 11-S.
La historia parece cortada a la medida de sus diarios y televisión, habituados a beber de escándalos para ganar audiencia y que ya han salido en defensa de un dueño que ha sabido crear un imperio de la comunicación que debe demostrar ahora que no lo tambalea cualquiera.


Nacido en Melbourne (Australia) el 11 de abril de 1931 e hijo de un periodista, Murdoch estudió en Oxford y trabajó durante dos años en el diario británico Daily Express, antes de volver a Australia para, a los 22 años, asumir la herencia de su padre. Keith Murdoch, un gran empresario del sector de la comunicación en Australia, le dejó por única herencia el Adelaide News, un pequeño diario que le sirvió de trampolín para hacerse con otros periódicos hasta que en 1964 lanzó The Australian.


Años después, este empresario que ha aparecido tres veces en la lista de la revista Time de los más poderosos del mundo, tenía ya un papel relevante entre la prensa australiana y en el de las influencias políticas a través de los editoriales de sus diarios dando su apoyo a posiciones políticas conservadoras.


Considerado como el décimo tercer hombre más poderoso del mundo, en una lista publicada por Forbes en marzo pasado y encabezada por el primer ministro chino, Hu Jintao, Murdoch tiene una fortuna valorada en 7.600 millones de dólares.


Su patrimonio ha crecido con sus negocios a ambos lados del Atlántico: en el Reino Unido, adonde saltó desde Australia en 1968 cuando compró el ya tristemente célebre News of the World, y en Estados Unidos, donde su imperio se empezó a forjar al comprar el San Antonio Express-News, el tabloide Star o el New York Post.


Con nacionalidad estadounidense desde 1985, Murdoch está en el puesto número 122 de los milmillonarios del mundo y en el 38 entre los 400 más ricos de EEUU, también según Forbes, que la semana pasada señalaba de él, al recapitular sobre la polémica y sus frustradas intenciones de hacerse con la plataforma de televisión por satélite BSkyB, que su prioridad "nunca ha sido crear valor para otros accionistas"."Lejos de ello. Su prioridad es agrandar su poder mediático en los últimos once años, especialmente a través del dineral pagado por The Wall Street Journal", señalaba su columnista Robert Lenzner.


Querido y odiado, respetado y vilipendiado, envidiado y admirado, Murdoch se ha ganado quizás todos y cada uno de esos calificativos y otros más, que él mismo ha agrandado con su fama de ser un hombre directo, que no se casa con nadie y al que no le ha temblado un dedo a la hora de decidir algunas publicaciones, aún a sabiendas de que eran mera coincidencia con la realidad.


Entre esos famosos episodios están los de la publicación en 1983 de unos supuestos diarios de Adolf Hitler en el Sunday Times, de cuya falsedad había sido advertido por el historiador Hugh Trevor-Roper, Lord Dacre of Glanton. "Que se joda Dacre. Publicadlo", ordenó Murdoch, en una cita famosa a los directivos del Sunday Times, sobre ese lamentable episodio periodístico del que logró salir airoso.


Hace ahora un año, el diario británico The Guardian reflejaba en sus páginas lo que Lord Dacre pensaba de Murdoch, que es "un megalómano, rodeado de pelotas y de sicarios", citando una carta de 1982 del historiador a un amigo y que aparece en la biografía de quien fuera director de The Times.


Personaje de luces y sombras, a Murdoch se le ha visto también afectado estos días, cuando pidió disculpas a las familias de las víctimas de sus pinchazos y en público expresó su pesar, aunque rápidamente algunas de los espiados le restaron credibilidad. Murdoch, casado en tres ocasiones y padre de seis hijos, de los que uno de ellos, James, quien está tomando el testigo empresarial, comparece hoy junto a éste y su mano derecha, Rebekah Brooks, ante el Comité de Medios de Comunicación de la Cámara de los Comunes para explicar las actividades periodísticas ilegales del "News of the World".