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Rosa Torres-Pardo: «España es un ay un quejío profundo»
Con firma propia. Profesión: pianista. Nació: en 1960, en Madrid. Por qué está aquí: protagoniza con Ana Belén el espectáculo. «Música callada. La vida en rima», dirigido por José Carlos Plaza.
–Dice que su espectáculo con Ana Belén es inclasificable...
–Sí, es una especie de diálogo entre voz y música. Incluso conversamos sobre las cosas de la vida. Para mí es una novedad.
–Es una gran pianista pero, ¿no teme que la popularidad y la fuerza de Ana Belén la tapen?
–No, al contrario. Para mí es un placer actuar con ella. Es muy llana, nada diva. Ana no me hace sentir eso que usted apunta de ningún modo.
–Dígame que le gustaría tener de Ana...
–La admiro desde siempre. Me gustaría cantar como ella. Yo canto para los amigos, grabé algunas canciones de Albéniz, pero nada más.
–Es el momento de proponerle un dúo...
–Me encantaría. El espectáculo cambia cada día, quizá lo hagamos.
–Mezcla de Mozart, San Juan de la Cruz, Chopin, Alberti, Mompou, Cernuda... ¿Un espectáculo exquisito y minoritario?
–No. Hoy existe mucha gente que busca algo distinto en la cultura, y lo nuestro es distinto, sin duda.
–Usted, que tiene oído fino, ¿qué sonido emite ahora España?
–España hoy es un ¡ay!, un quejío profundo. Como gran parte del mundo.
–¿Aceptaría por un dineral acompañar al piano a Belén Esteban en su presentación musical?
–No. No creo que estemos en el mismo tono. No armonizamos.
–Dice Anne-Sophie Mutter, la violinista: «Aunque sea tirar piedras contra mi propio tejado, creo que los conciertos de música clásica pueden ser profundamente aburridos».
–Pueden serlo, claro. Depende del repertorio, del intérprete, de la acústica, de la comodidad del asiento, del día que tenga el que toca y el que escucha.
–No se cansa nunca de Beethoven. ¿Quién o qué le cansa?
–Caer muchas veces en el mismo error. Tropiezo muchas veces en la misma piedra.
–Es pudorosa. ¿Qué le saca aún los colores?
–Decir estupideces. Se me escapan. Soy muy impulsiva.
–¿Suelta tacos?
–Mi madre me enseñó que era muy feo, pero hay que ver lo que libera soltar un taco de vez en cuando.
–Y de vez en cuando se fuma un cigarrillo a escondidas. ¿Qué otra cosa hace a escondidas?
–No se lo digo. Le conté a usted lo del cigarrillo y ahora mi hija me vigila.
–«Lo que más me impresiona de EE UU es cómo los padres obedecen a sus hijos» (Duque de Windsor).
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