Conflicto armado
Timoratos y doblegados por Alfonso MERLOS
El sultán siempre dispara. Rara vez pregunta. Y nunca se disculpa. La brutalidad que está empleando en las últimas horas en El Aaiún no sorprende. Se explica por el afán del régimen alauí en marcar a sangre y fuego su integridad territorial, cueste lo que cueste. Pero más grave, por el espanto de Zapatero a intervenir en el conflicto y por la inacción vergonzante de Naciones Unidas. Si la respuesta a tanto matonismo se limita a llamar a la calma, evitar la tensión y empujar a las partes a una nueva ronda de negociaciones, Rabat se puede frotar las manos.
Si a los saharauis se les ocurre volver a enseñar la patita, volverá el ametrallamiento, y con él la impunidad, y con ella se echará el cerrojo a un proceso que garantice el derecho de autodeterminación.
Dice el provocador sociólogo Alvin Toffler que hay dos fuentes decisivas de poder: la violencia y la riqueza. Mohamed VI tiene claro en el Sáhara que para hacerse con la segunda tiene que utilizar la primera. Y hasta ahora dispone de patente de corso de quienes responden a la barbarie con silencios o, lo que es peor, con vaselina.
Alfonso Merlos
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