Oviedo
Un recuerdo
Empezamos un nuevo curso musical que, lamentablemente, no podrá ser compartido por los mismos que nos deseábamos un feliz verano en julio. Algunos han dejado de cantar, de tocar, de trabajar o de simplemente leernos, pero otros se nos fueron para siempre. Es obligado recordar a todos ellos antes de empezar con nuevos temas. Queden representados por tres de ellos.
Cornell MacNeil (Minneapolis, 1922) fue uno de los grandes barítonos de la historia y una de las voces más potentes que haya pisado un escenario. No se prodigó en España –merecen recordarse su «Rigoletto» con Bergonzi y el «Ballo» con Caballé y Domingo en el Liceo–. Fue inolvidable en Verdi, especialmente el Carlos I de «Ernani» con un «si bemol» que pasó a los anales, pero también destacó en muchos otros títulos operísticos como «Pagliacci».
José Luis García Asensio (Madrid, 1944), violinista, director de orquesta y pedagogo, hizo la mayor parte de su carrera en Inglaterra, a cuya English Chamber Orchestra llevó a una época dorada, de la que quedan innumerables grabaciones. Así los conciertos para violín de Mozart o las «Estaciones» vivaldianas, amén de muchos acompañamientos a cantantes españoles. Fue catedrático en la escuela Reina Sofía y director de su orquesta de cámara. Apuntemos una curiosidad: participó en la grabación de «Sgt. Pepper's Lonely Hearts Club Band».
Javier Escobar (Oviedo, 1950), químico y profesor de matemáticas, empezó cantando en un coro universitario hasta encontrar su verdadera vocación en los años de preparación del actual Teatro Real, al que se incorporó como jefe de producción en la etapa en que estaba al frente del coliseo Juan Cambreleng, permaneciendo en el cargo hasta aparecer el cáncer que terminó por vencer sus resistencias tras más de dos años de lucha. Profesional entregado, tuvo la virtud de incorporar a su trabajo la alegría y el espíritu de conciliación que siempre le acompañaron en lo personal.
Al margen de las vidas cortadas, especialmente si son jóvenes como la de Salvatore Licitra, resulta realmente traumático pensar que no los vas a volver a escuchar o abrazar. Algunas religiones poseen la ventaja de creer que unos y otros nos volveremos a encontrar alguna otra vez, pero, en cualquier caso, la espera resulta muy dolorosa.
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