Motociclismo

Malasia

Simoncelli: adiós a la melena inconfundible

Simoncelli falleció al ser atropellado por Edwards y Rossi. El golpe en el cuello, letal

Adiós a Simoncelli, carismático e irreverente, pero uno de los grandes
Adiós a Simoncelli, carismático e irreverente, pero uno de los grandeslarazon

A las 10:56, a todo el mundo en Sepang dejó de importarle que Márquez no hubiera podido disputar la carrera de Moto2 y que Bradl se quedase a un paso de ser campeón mundial. También se borró de la memoria de forma radical el triunfo de Maverick Viñales en 125 y los nervios de Nico Terol, que se enredó al final y no pudo certificar su corona. La competición, lo material, dejó de tener sentido y el alma de cada uno de los que estaban en el trazado malayo se fue con Simoncelli a la clínica móvil. Allí, el piloto italiano luchó durante tres cuartos de hora por recuperar la vida que había perdido en el asfalto. «Super Sic» había dejado de existir en la segunda vuelta de la carrera de MotoGP, cuando luchaba mano a mano con Álvaro Bautista. Marco optó por las gomas duras y en el momento de la tragedia todavía no trabajaban al máximo rendimiento. Quizá por eso perdió el equilibrio y se dio paso a la desgracia.

Lo normal es que se hubiera deslizado hacia la izquierda sin consecuencias, pero sus ganas por seguir en pista le llevaron a cruzarse hacia la derecha de forma violenta. En su escapada se puso en el camino de Colin Edwards y de Rossi, que llegaban por detrás sin tiempo de reacción. Sus motos golpearon el cuerpo de Simoncelli en el pecho, la cabeza y el cuello, donde quedaron las marcas del neumático de Valentino. «Il dottore» miró hacia atrás y vio el desastre. Simoncelli, boca abajo, no se movía y su casco había salido despedido.

Lo siguiente fue el silencio, que sólo rompieron el comunicado oficial del fallecimiento y el llanto de Kate, su novia, que no encontraba consuelo. Lo mismo le sucedía a su padre, más entero que muchos de los que conocían al piloto y ya le echaban de menos.

Sus disputas dentro de la pista por su impetuosa forma de pilotar se alejaron de forma instantánea y se hicieron presentes todos los halagos que se había ganado por su carácter amable y por la eterna sonrisa que nunca abandonaba su rostro. Sus rizos imposibles, su seña de identidad, pasaron a ser míticos para la eternidad. Las imágenes de Tomizawa poco más de un año antes en Misano se repitieron punto por punto, en una espera interminable de buenas noticias que nunca llegaron.

El golpe fue demasiado fuerte incluso para uno de los pilotos más altos del espectáculo de las dos ruedas. Su nombre pasaba al último lugar de la larga lista de pérdidas, junto al de Tomizawa o Daijiro Kato. Hay muchos más, pero la memoria se queda siempre con lo que tiene más a mano.

Simoncelli nunca dejaba indiferente y el «paddock» se dividía entre los que le amaban y los que no aguantaban algunas de sus maneras. En la pista pudo ser molesto para algunos: esta misma temporada tuvo una dura polémica con Lorenzo y Pedrosa, y, antes, en la categoría intermedia, Bautista y Barberá podrían escribir un libro con sus múltiples batallas; pero fuera de ella todos coinciden en que era dulce y afectuoso, siempre optimista, dispuesto a ayudar. En 2008 llegó su mejor momento con el título mundial de 250 y ahora se encontraba en su segundo curso en la máxima categoría. Era uno de los niños mimados de Honda y nadie dudaba de que era lo suficientemente rápido y talentoso para ganar también entre los grandes. Venía de hacer podio en Australia y sólo alguna caída por impaciente le había apartado de mejores resultados este curso.

Cuando las dos motos le pasaron por encima todo se acabó. La máquina número 58 regresó al box en un carrito, su dueño nunca lo hará. Quedará en el recuerdo como la melena más carismática del Mundial, los rizos interminables que se fueron antes de tiempo por culpa de la desgracia.

La organización decidió suspender la carrera de MotoGP, porque nadie estaba de humor para continuar. Tampoco lo estarán dentro de quince días en Cheste, donde habrá dos nuevos campeones del mundo, pero pocas ganas de fiesta.


Rossi, desolado sin su «hermano pequeño»
Por uno de esos caprichos del destino, su gran amigo en el «paddock» vivió en primera persona sus últimos segundos de vida. «Era para mí como un hermano pequeño. Muy fuerte en la pista y muy dulce fuera de ella. Lo voy a extrañar mucho», escribía Valentino Rossi en su cuenta de twitter, horas después del fatal accidente en el que también fue protagonista. La fatalidad unió al rey del motociclismo en los últimos tiempos y al que en Italia consideraban su heredero natural en el corazón de los «tifosi» y en el Mundial de MotoGP. Este duro trance, junto a su mala temporada podría hacer perder a Rossi las ganas de seguir en las motos.