La guerra de Afganistán

Nunca ha sido sólo una misión humanitaria, sino que es una guerra en toda regla, contra un enemigo que cuenta, desgraciadamente, con apoyo entre la población civil. Esta guerra, que el Gobierno se empeña en no reconocer, se cobró ayer tres nuevas víctimas españolas. Dos miembros de la Guardia Civil, el capitán Galera y el alférez Bravo, y su intérprete fueron asesinados por un talibán infiltrado. La opinión pública española no es consciente de la gravedad del conflicto bélico y el riesgo que corre el contingente español. Es una guerra en la que debemos participar, pero la situación interna es tan confusa como difícil de resolver. Hay enormes dudas sobre la estrategia militar que se lleva a cabo; la opinión pública de los países con fuerzas desplegadas está muy cansada; una parte de la población rechaza la presencia aliada; Karzai y su gobierno están desprestigiados pero no hay alternativa y el ejército afgano no existe. A pesar de todo es una guerra que no podemos perder.