Ministerio de Justicia

Juez y parte

La Razón
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Teodoro González Ballesteros (magnífico manchego, elegantísimo profesor y un hombre con exquisito gusto para elegir tirantes, zapatos y gafas) acaba de publicar el «Diccionario Jurídico». El libro es un libro como Dios manda, gordo, porque, además de miles de términos y voces relacionados con la Justicia o la política, también puede echarnos una mano para manejarnos con latinajos, burocracias y líos que nos dejan habitualmente con cara de gárgola. Teodoro (una de esas personas inteligentes que tiene por costumbre tratar de no parecerlo para no hundir a los demás en la miseria) me contaba ayer mismo, nada más conocer que la jueza Ángela Murillo había renunciado a presidir el tribunal que juzga a Txapote y a otros tres etarras por haberles llamado cabrones, que Murillo es una magistrada estupenda cuyas sentencias suelen ser impecables.

Me acordé inmediatamente de Guillermo Ruiz Polanco, al que pude entrevistar el 31 de octubre de 2000. Aquella tarde, Ruiz Polanco estaba tomando declaración al terrorista Iragi, que, delante del fiscal, la secretaria judicial y tres funcionarios, amenazó al magistrado, a lo que éste respondió: «Si yo no fuera juez y Vd. no estuviera esposado, le daría dos hostias». Recuerdo que primero me sorprendió que un juez de la Audiencia Nacional se pusiera sin esfuerzo al teléfono (aunque esto se lo debo a Maite Cunchillos), que me contara la historia tal y como fue, y también su rapidez para aceptar el error manteniendo, sin embargo, una dignidad y una consistencia moral impresionantes con la bilis que acababa de tragarse y adivinando la que le iba a caer.

A lo que voy es que es una pena que Murillo tenga esos arranques de ciudadano de a pie porque ahora el juicio tendrá otro juez distinto y Txapote nos podrá volver a demostrar que está comodísimo provocando asco y porque ya se anuló una de sus condenas a causa de su naturalidad. Debajo de mis gafas naif yo prefiero pensar que Murillo se retira porque lo siguiente que pensaba hacer era quitarse una zapatilla y que Txapote se fuera a la cama caliente o regañarle con expresiones de madre del tipo «me estás buscando y me vas a encontrar», «mientras vivas en esta sala, se hará lo que yo diga», «¿tú qué te crees, que esto es un hotel?», y mi favorita: «No me, no me, que te, que te».

Lejos de hacer de esto un drama, porque la propia Justicia tiene mecanismos para frenar estas cosas y enderezarlas y porque Murillo sabe ya de sobra los perjuicios que causa, quiero agradecerle a la magistrada la frase: «Por mí, como si toma vino», porque acabo de descubrir que se puede mandar al guano a alguien sin palabras gruesas. A mí me vale para pasar por fina y a ella, todo lo contrario. Así funciona esto. Y que nos dure.