Ciclismo

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Cobo muerte y resurrección

Juanjo Cobo, con la cabeza hundida en el manillar, buscaba el aire que le había faltado en el último kilómetro de la subida a Peña Cabarga. Chris Froome bebía agua sentado en el suelo con la espalda apoyada en una de las vallas publicitarias de la carrera.

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Agotados, sin oxígeno, sin fuerzas para hablar después de una etapa de otro tiempo en la que los dos primeros de la general se lanzaron a la pelea directa. Sin ayudas, sin intermediarios. Ciclismo de verdad.

Atacó Froome después del paso por el último kilómetro, consciente de que era su última posibilidad de ganar la Vuelta. Un arranque que hizo temblar el liderato de Cobo. Se lanzó a por él el líder, que jugaba en casa pero en territorio desconocido. Cobo, que vive a 50 kilómetros de la meta, no conocía la subida. «Ahora me arrepiento», decía ayer. Pero no encontró el momento para inspeccionarla antes de comenzar la Vuelta. La pereza le puede. Froome, un keniano de pasaporte británico, tenía las rampas de Peña Cabarga en la memoria. «La conocía del año pasado», reconoce. El suyo era un ataque estudiado. «Sabía que el último kilómetro era decisivo, por eso esperé para atacar al final, porque pensaba que era donde se sacaban diferencias», reconoció después. Cobo sufrió, perdió de vista al enemigo, pero se centró en sus piernas y poco a poco se fue recuperando. Hasta que se echó encima de Froome, animado por los gritos de su afición. Todo Cabezón de la Sal le esperaba en la meta y el líder seguía dando pedales cuando ya no era capaz de darlos.

Pero midió mal. Culpa del desconocimiento. «El final se me hizo largo, cuando he llegado a su altura he atacado porque pensaba que se acababa antes», confesó. El último kilómetro se hizo eterno para los dos. «A falta de 300 metros creía que lo tenía todo perdido», confiesa Cobo. «Ha habido un momento en que me he hundido un poco y pensaba que no iba a poder remontar, pero gracias al público he podido remontar», reconoce. «Pensé que había perdido la etapa», comenta Froome.

Pero había espacio todavía para que el keniano volviera a recuperar, a ganar la etapa y sacarle un segundo, además de los ocho de diferencia en las bonificaciones. El terreno en el que ahora puede jugarse la Vuelta. «Habrá que luchar en los esprints bonificados», advierte.