Libia

Cultura del odio

La Razón
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Se va Zapatero. El presidente del gobierno confirmó este sábado lo que todos sabíamos, que se baja de la nave a casi dos meses de las elecciones municipales y autonómicas. Una decisión difícil pero necesaria. Su imagen se ha desgastado mucho y puede perjudicar a los candidatos de su partido. La crisis pasa factura; y los casi cinco millones de parados; y la reforma laboral; y la ley antitabaco; y la reducción de velocidad a 110 kilómetros por hora; y las tropas en Libia; y la negociación con ETA; y los pactos con catalanes y vascos; y los matrimonios homosexuales; y los cheques bebé; y la paridad en los ministerios; y Bibiana Aído; y Leire Pajín; y el coro de Sonsoles; y los 400 euros… y así hasta rellenar varias páginas de un periódico. Estaremos o no de acuerdo con ZP, pero está claro que su gobierno ha hecho cosas. Y las cosas un ejecutivo las hace –entiendo- de buena fe. En España no tenemos sentido de Estado. Los partidos políticos se enfrentan con directos al hígado, con odio, siempre dañinos para el bienestar de los ciudadanos. No me canso de repetir que somos del PSOE o del PP como somos de un equipo de fútbol. Hinchas de las bancadas sin capacidad de razonar. ¿No es mejor un acuerdo presupuestario entre los dos grandes, que pagar un peaje a los nacionalistas para que nos apoyen en el hemiciclo? ¿Es imposible que negocien con raciocinio la financiación autonómica? ¿Acaso nadie quiere otro modelo electoral? Zapatero ha sido otra víctima del sistema. Un político honrado que pasará a la historia por no haber perdido nunca unas elecciones generales.