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Washington reclama a Arabia Saudí que arme a los rebeldes libios en secreto

Hace unos días el director ejecutivo del Consejo de Relaciones Islámico-americanas, Nihad Awad, indicó a LA RAZÓN que «las revoluciones en el mundo árabe son una oportunidad única para que Washington cambie su forma de hacer política en nuestros países». Pero parece que en la Casa Blanca se trata de gestionar esta crisis como siempre.

Miembros armados de las fuerzas rebeldes toman posiciones junto a una batería antiaérea cerca de Ras Lanuf, Libia
Miembros armados de las fuerzas rebeldes toman posiciones junto a una batería antiaérea cerca de Ras Lanuf, Libialarazon

Según «The Independent», Obama ha pedido al único gran aliado que le queda en la región, Arabia Saudí, que arme a los rebeldes para luchar contra Gadafi. De momento, Riad, que también se enfrenta a su propio día de protestas en diferentes ciudades el viernes, es el único socio de EE UU con capacidad de proporcionar armas a las guerrillas libias. Su apoyo material, pagado por los saudíes a pesar de ser estadounidense, haría el trabajo sucio a Obama. Y así no tendría que preocuparse de defender su política de posibles acusaciones de intervencionismo militar. El Pentágono evitó ayer pronunciarse cuando este periódico trató de que confirmase o desmintiera la información. Pero Riad ya sabe que los rebeldes necesitan tanques y morteros para frenar los ataques de Gadafi y misiles tierra-aire para derribar sus cazas. Una vez que se aprobara la operación, los equipos y el armamento llegarían a Bengasi en 48 horas.

Por su parte, al Gobierno británico no le quedó ayer más remedio que entonar el «mea culpa». Tras la liberación de los diplomáticos y los soldados del Servicio Especial Aéreo (SAS) en Bengasi, al titular de Exteriores, William Hague, le tocó admitir que la operación no había ido como se esperaba. En todo momento utilizó la palabra «malentendido», pero los analistas hicieron su propia interpretación con las críticas que tachaban al Ejecutivo de arrogante. Desde que comenzó la revolución en Libia, Londres ha mostrado un gran interés en dialogar con los rebeldes. Pero las prisas han jugado en su contra y el punto que querían marcarse se ha convertido en una humillación. Cuando los grupos opositores en el este del país formaron un Consejo Nacional interino en Bengasi, Londres se puso en contacto con sus representantes para proponerles una misión. A priori, la propuesta fue aceptada, pero cuando dos diplomáticos se trasladaron a la zona con ocho soldados del SAS, los rebeldes los capturaron al dudar de sus intenciones.