San Antonio
Matarraña: una comarca entre dos mundos
Hay un lugar en el que el silencio, el descanso y la sensación de haber dejado atrás toda civilización todavía invade al viajero. Está en un rincón de Teruel.
La comarca turolense de Matarraña abarca cincuenta kilómetros de norte a sur que albergan un espacio cultural y natural inmenso. Encajada entre dos mundos –el aragonés y el catalán– tiene una personalidad propia que ha conservado a lo largo de los siglos y que sus habitantes, alrededor de nueve mil, guardan con celo. Ejemplo de ello es el «chapurriao», cruce de lenguas entre castellano y catalán que se ha transmitido de generación en generación y que usan todas sus gentes.
La explosión de la naturaleza a lo largo de estos 722 kilómetros cuadrados sorprende al llegar a la comarca, poco después de pasar Alcañiz, el último gran núcleo urbano antes de adentrarse en lo que muchos llaman «la Toscana española», con dieciocho localidades muy peculiares plagadas de arquitectura barroca. El paisaje, enmarcado entre montañas y llanuras de indudable carácter mediterráneo, emerge regado por las aguas del omnipresente río Matarraña y plagado de olivos milenarios, almendros, viñas y melocotoneros, que caracterizan la producción agrícola de la zona, organizada en su mayoría en cooperativas.
Aquí se respira a romero, tomillo o ajedrea. Es esta última la hierba con la que acostumbran a aderezar, además de con sal, a la oliva de la zona, y que le da un sabor inconfundible. Además, son característicos su aceite, los vinos, la miel, el queso y los productos del cerdo. En su gastronomía tiene mucha presencia también el conejo y el cabrito.
Sin prisas
Este carácter, tan rural, se refleja en el discurrir tranquilo de la vida de sus gentes, discretas y diligentes, cuyo trajín diario puertas adentro –se ve poca gente al pasear por sus calles– queda interrumpido de cuando en cuando por el «pregón» del alguacil, difundido jota de por medio por el casco antiguo por megafonía, para sorpresa del viajero.
Pero Matarraña es algo más. Tiene una dimensión mágica que se descubre al contemplar el atardecer desde los poblados íberos de Tossal Redó y San Antonio, en la bonita localidad de Calaceite, o al mirar las estrellas desde el observatorio «solylunar», en lo alto de la coqueta localidad de La Fresneda, que servía a nuestros antepasados de la edad de Bronce para conocer la duración del año o la llegada de los solsticios.
Este pueblo, enclavado en lo alto de la colina y presidido por la torre de la iglesia, como casi todos los del lugar, es perfecto como centro desde el cual visitar el resto de las localidades y merecedor de un paseo en el que contemplar la ermita del Pilar, del siglo XVIII, el Palacio de la Encomienda, en el barrio judío, o la casa consistorial, del siglo XVI, con un balcón corrido renacentista que lo convierten en uno de los ayuntamientos más monumentales de la provincia.
Calaceite es la más señorial. Es interesante ver los portales capilla de la Virgen del Pilar y de San Antonio, la iglesia parroquial de la Asunción; pasear por la calle Maella y Calle Mayor o pararse en el Ayuntamiento, con cárcel y lonja. Su interés aún es mayor porque, además de contar en sus alrededores con varios poblados íberos, alberga el Museo Juan Cabré, que excavó la zona. La ruta íbera de la comarca se completa con los asentamientos de Mazaleón, Valdetormo y Cretas, cada uno con su centro de interpretación para visitantes.
Aunque arquitectónicamente no abunda huella árabe en estas tierras, lo cierto es que su presencia sí ha determinado muchos aspectos de su historia. Por ejemplo, Calaceite le debe su nombre a la fortaleza árabe que existió en el cerro donde está enclavada: Qal'at Zayd o Castillo de los Zayd. Se conservan de entonces un molino aceitero y dos azudes (técnica árabe para desviar el agua).
Gótico aragonés
Valderrobres también merece un paseo, cruzar el puente que da entrada al casco viejo y que lleva a la plaza de España, donde hay varias tiendas con productos autóctonos, y subir a su castillo y su iglesia, que en conjunto forman uno de los mejores góticos de Aragón.
Pero pueblos bonitos en la comarca hay muchos: Torre del Compte, Ráfales o Fórnoles, que vio nacer a Braulio Foz, autor de la «Vida de Pedro Saputo» y en cuyos alrededores se encuentra la ermita de Monserrate.
Si se opta por hacer deporte al aire libre lo mejor es hacer de Beceite el centro desde donde moverse, ya que se ubica junto a los pies de la cadena montañosa «Les Ports». Esta localidad es punto de partida de muchas de las rutas de senderismo que atraviesan sus bosques, zonas de baño naturales y pequeñas cascadas. Por ejemplo, las cinco rutas englobadas en «Estels del Sud», que recorren el «Macizo dels Ports» en cinco días pernoctando cada día en una estrella que se corresponde con un refugio. También parte de Beceite la ruta de «El Parrizal», cuatro horas de ida y vuelta por el lecho del río, que se va encañonando hasta alcanzar una anchura de unos 1,5 metros entre paredes de unos 60 metros de altura.
La «Vía Verde» es un interesante itinerario para hacer en bici o a pie que va por el antiguo trazado de la vía del tren desde Tortosa hasta Alcañiz. Además, para los aficcionados a la marcha, el programa «El Mataraña a través de sus senderos» recoge hasta veintiocho rutas.
La comarca ha apostado muy fuerte por el turismo y muchos de sus hoteles se ubican en antiguos edificios singulares: El Convent, en La Fresneda; La Torre del Visco, en una masía del siglo XV a la que se accede por una pista forestal; La Fábrica de Solfa, en un antiguo molino de papel, en Beceite; La Parada del Compte, en una antigua estación de la Vía Verde, o el Moli de l'Hereu, en Ráfales.
>> Cómo llegar. Zaragoza es la capital más próxima a la comarca de Matarraña. El Grupo Iberia ofrece este destino con diez vuelos directos a la semana desde Madrid; cuatro vuelos directos desde La Coruña y París y otros tres desde la ciudad alemana de Fráncfort. El precio es desde solo 56 euros por trayecto (precios vigentes al cierre de esta edición). No espere más y entre ahora mismo en iberia.com, donde se encuentran los mejores precios. Más información en Serviberia, en teléfono 902 400.500; en oficinas de Iberia y en agencias de viaje.
>> Dónde comer y dormir. Hotel- Restaurante El Convent 1613 (teléfono 978 85 48 50), en La Fresneda; Hotel-Spa Molí de l´Hereu (teléfono 978 856 266), en Ráfales;
Hotel-Restaurante Font del Pas (teléfono 978 89 94 43) y hotel Restaurante La Fábrica de Solfa (teléfono 978 85 07 56), en Beceite;
Relais & Chateau La Torre del Visco (978 76 90 56), en Fuentespalda; Hotel-Restaurante La parada del Compte (teléfono 978 769 072), en Torre del Compte.
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