Pensiones

Los políticos por Paloma Pedrero

La Razón
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Mientras el paro supera el 25%, hay 5.800.000 personas sin trabajo, nueve se suicidan cada día (varias de ellas acuciadas por estrecheces y desahucios), miles de jóvenes emprenden cada semana el camino del exilio, los bancos siguen recibiendo enorme capital de nuestros exhaustos bolsillos, las grandes fortunas siguen evadiendo su dinero para evitar pagar impuestos, los que siempre han tenido tienen más y los que han vivido escasos van ahora sin resuello.
Mientras la mitad de las familias no pueden pagar ningún imprevisto al mes (cuando el mes es una sucesión de imprevistos), los políticos andan preocupados por asuntos egocéntricos y pueriles. Ejemplos hay muchos, no hace falta más que poner las noticias de la tele para empezar a sentir ardor. Los señores y señoras de la gobernación (de uno u otro partido) se han convertido en parte del conflicto del país. Ya el problema de cómo está el país es sólo un problema más. Hoy el problema principal son las propias guerras de los políticos. Ha ocurrido como en los desalmados programas del corazón, ya no tratan sobre los famosos a los que «canibalizaban», ahora son los propios periodistas y sus secuaces los que se sacan los ojos entre sí, convirtiéndose en los protagonistas del conflicto.

Qué importa lo que hace ese que canta o aquella que interpreta. Lo que importa es que «yo» también sufro. Los políticos sufren. Se degüellan entre ellos. Los políticos se sienten víctimas de la situación y, con el gran egocentrismo que da el poder, se dedican a luchar por su persona, su interés, su necesidad de ganar, su estatua en la plaza. Luego se duelen de que la gente les repudie. Pero no se van. Andan con apoplejía.