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Cuando Gadafi era uno de los nuestros

Miles y miles de archivos secretos de Gadafi yacen abandonados en los cuarteles generales del régimen en Trípoli, entre ellos cientos de documentos que vincularían al coronel con los servicios secretos occidentales. Según decenas de ellos, facilitados a LA RAZÓN por Human Rights Watch, Libia sirvió como centro de detención e interrogatorio para islamistas en 2004, en colaboración con la CIA, en el marco de la guerra contra el terrorismo lanzada por Washington tras los atentados del 11S.

Una mujer ondea una bandera en la plaza de los Mártires de Trípoli
Una mujer ondea una bandera en la plaza de los Mártires de Trípolilarazon

La mayor parte de los documentos son del año 2004, cuando Occidente estaba restableciendo sus relaciones con Gadafi, después de haberle marginado durante años, acusado de promocionar el terrorismo en los años 70 y 80, y de estar detrás de ataques directos contra los intereses de EE UU, que a su vez bombardearon al dictador en su propia casa en 1987. El material hallado contiene cartas y faxes, incluso manuscritos de las comunicaciones entre la CIA estadounidense y el MI6 –agencia de inteligencia británica– con el libio Musa Kusa, jefe de los servicios secretos de Gadafi entre 1994 y 2009, y posteriormente Ministro de Asuntos Exteriores.

Musa desertó después del comienzo de la revolución y huyó a Londres, que le dejó silenciosamente escapar a los Emiratos Árabes Unidos, a pesar de ser considerado la «caja negra» del régimen por la información que podría facilitar. Los documentos indican que los servicios de espionaje británicos MI6 entregaron al dictador libio detalles de personas que se oponían a su régimen. Además, funcionarios británicos ayudaron a redactar el borrador de un discurso para Gadafi cuando éste decidió hace unos años abandonar el apoyo a grupo terroristas y colaborar con Occidente. Otros documentos revelan que EE UU y el Reino Unido actuaron en nombre de Libia en las negociaciones de ese país con la Agencia Internacional de la Energía Atómica. Estos papeles conciernen sobre todo la CIA y el MI6, pero también las agencias de inteligencia europeas, de Italia, Francia, Alemania y España. La diferencia, explica Peter Boukaert de HRW, es que Washington y Londres desarrollaron operaciones con Trípoli, mientras que los demás gobiernos europeos sólo mantuvieron comunicaciones, intercambio de información, como suele ser común. La CIA facilitaba las preguntas para los interrogatorios que eran llevados a cabo en Libia, a pesar de que eran conocidas las violaciones de los derechos humanos en las cárceles de Trípoli. Tal y como muestran los documentos, la CIA envió cientos de preguntas para obtener información sobre individuos y organizaciones en varios lugares del mundo, desde el Magreb hasta Pakistán. HRW busca ahora preservar estos y otros documentos para que no se pierdan las pruebas de las brutalidades cometidas por el régimen de Gadafi, con el beneplácito de Occidente en algunas ocasiones.


«Los malos han pasado a ser buenos»
LA RAZÓN ha obtenido los documentos que prueban que el actual jefe militar de los rebeldes de Trípoli, Abdulá Al Sadiq, conocido como Abdelhakim Belhaj, fue capturado por la CIA en Malasia en 2004 y entregado a las autoridades libias para ser interrogado y custodiado. Como él, otros miembros del Grupo Islámico Libio de Combate se vinculan con la organización terrorista Al Qaida, aunque no hay pruebas de ello, explica Felix Kuehn, experto en islamismo, en Trípoli. El grupo luchaba principalmente contra el régimen de Gadafi, que en un principio reprimió a los islamistas porque suponían una amenaza para él y posteriormente para complacer a Occidente. «Es irónico como Musa Kusa era el demonio y acabó siendo aliado de Occidente y ahora los malos han pasado a ser los buenos», apunta Kuehn.