Los Ángeles

La ola de calor del triásico

Un aumento de la temperatura, además de la falta de oxígeno y la acidificación de los océanos, dio pie a una extinción masiva más importantes hace 253 millones de años, como afirma un trabajo publicado en «Science». 

La ola de calor del triásico
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El agua del mar llegó a alcanzar los 40ºC. Un entorno en el que luchaban por sobrevivir las especies marinas al inicio de la era Triásica debido a un cambio que provocó una gran acumulación de dióxido de carbono en la atmósfera y que resultó en la acidificación de los océanos, y un aumento muy drástico de las temperaturas, sobre todo en la zona del trópico. Así lo recoge un trabajo publicado en la revista «Science» esta semana.

Una investigación que por primera vez determina los grados a los que se elevó el agua y cómo ello, junto a otros factores, desencadenó un proceso de cambio climático que al menos duró unos cinco millones de años, hace ya 253 millones de años. Como explica David J. Bottjer, profesor del Departmento de Ciencias de la Tierra de la Universidad del Sur de California (Los Ángeles, EEUU), «en los próximos 100 años, se prevé que la Tierra experimentará también un calentamiento debido al efecto invernadero. El futuro océano no sólo va ser más caliente, sino también más ácido y contendrá zonas en las que el oxígeno esté reducido. Esto ya pasó en períodos anteriores, por lo que el calentamiento global no es algo nuevo, y estudiar estos periodos, a través de estudios geológicos como éste, nos sirve para saber a que estamos expuestos».

El hecho de alcanzar los 40°C resulta clave dado que este valor se considera crítico, para muchos animales marinos ,que no lo pueden resistir, «curiosamente, los animales que sobrevivieron desarrollaron tamaños corporales más pequeños, que toleran mejor las altas temperaturas», explica Carles Pelejero, investigador del Instituto de Ciencias del Mar del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC) y de la Institución Catalana de Investigación y Estudios Avanzados (Icrea). Hoy en día, las temperaturas habituales de las zonas ecuatoriales no sobrepasan los 30ºC.

El autor principal Yadong Sol, que tiene su sede en Leeds (Reino Unido) mientras completa su doctorado en Geología, y jefe del Laboratorio of Geobiológico, de la Universidad de Geociencia Wuhan, de China, explica que: «El calentamiento global ha estado durante mucho tiempo vinculado a la extinción masiva de finales del Pérmico y principios del Triásico, pero este estudio es el primero en mostrar que las temperaturas extremas mantienen la vida en las latitudes ecuatoriales durante millones de años». Denominada como «zona muerta», ésta se habría convertido en un lugar extraño, también en zonas terrestres donde ningún bosque crecía, sólo arbustos y helechos. No sobrevivieron peces ni reptiles marinos en las zonas tropicales, tan sólo quedaron algunas clases de mariscos y prácticamente no sobrevivieron animales terrestres debido a su alta tasa metabólica que les hizo imposible hacer frente a las temperaturas extremas. «Sólo las regiones polares proporcionaron un refugio contra el calor abrasador para algunas especies», como apunta Paul Wignall de la Escuela de la Tierra y el Medio Ambiente en la Universidad de Leeds, uno de los coautores del estudio.

A través de un registro de fósiles, donde predominaban ammonoideos y conodontos, se pudieron cuantificar las temperaturas a las que estuvieron expuestos y así llegar a las conclusiones del trabajo. En su mayoría, sobrevivieron los morfotipos más pequeños, de ahí el fenómeno «Lillyput», que, como explica Wignall, «se debe a que las altas temperaturas producen especies pequeñas –la regla de Bergmann en biología–. La razón no es clara, pero parece que está relacionado con la demanda de oxígeno más alta en animales más grandes». En circunstancias normales, las plantas ayudan a regular la temperatura al absorber CO2 y enterrarlo en forma de materia vegetal muerta. Sin las plantas, los niveles de CO2 pueden subir sin control, lo que hace que la temperatura aumente.

«En esta época, los animales ecuatoriales fueron los más afectados por estas temperaturas, mientras que las regiones polares proporcionaban un refugio en este momento (los polos eran más calientes que hoy en día, pero no letalmente, como llegaron a ser los trópicos). Los animales en esta época eran diferentes reptiles primitivos y otros grupos ancestrales a los grupos más avanzados como los mamíferos y los dinosaurios, que aparecieron más tarde. Lystrosaurus es un ejemplo de un animal que tuvo éxito en ese crítico momento», explica Wignall.

Una lección para el presente

Wignall manifiesta que «hasta ahora nadie había constatado momentos de un calentamiento tan intenso en el pasado. En caso de que algún día en el futuro llegáramos a alcanzar estas temperaturas que experimentó la Tierra hace 250 millones de años, hemos demostrado que el planeta tardaría millones de años en recuperar las pérdidas de biodiversidad».

En este sentido, esta investigación ayuda a entender las posibles consecuencias del desarrollo de un cambio climático desde hoy hasta un futuro, «en aquel tiempo la inyección de CO2 a la atmósfera (debida a vulcanismo), fue de, como mucho, un petagramo de carbono por año, pero hoy esta velocidad se multiplica por diez, ya que los humanos estamos emitiendo cada año 10 petagramos por año», apunta Pelejero, quien junto a otros investigadores publico este año un trabajo sobre ello en «Science».

Las emisiones antropogénicas de CO2, además de provocar el calentamiento global, alteran la química de las aguas de los mares y océanos, conduciéndolas hacia una progresiva acidificación. Este cambio conlleva importantes repercusiones para los organismos y ecosistemas marinos, sobre todo para los arrecifes de coral.