Sevilla
La nueva vida del Duque de Alba
Alfonso Díez renuncia a su pasado por Cayetana y comienza su andadura en el complejo mundo de la aristocracia
Corrieron las lágrimas por las ilusionadas caras de los novios. Alfonso se emocionaba cuando el sacerdote Ignacio Sánchez-Dalp recordó a los seres queridos que no estaban, mientras la Duquesa lo hacía cuando los hermanos Rivera salieron a hacer las lecturas. Tras pasar la noche de bodas en Dueñas, los ya esposos podrían trasladarse a la finca cordobesa de El Carpio, un refugio al que suelen acudir en busca de paz y tranquilidad. Sin embargo, el descanso durará poco: los actuales Duques de Alba tienen compromisos en Sevilla, entre ellos la presentación de la autobiografía de Cayetana el 11 de octubre. Alfonso Díez entra de lleno en la vida aristocrática y se pone al día de sus responsabilidades ducales.
Desde que en 2008 se confirmara su noviazgo –ahora sabemos que por entonces ya pensaban casarse, pero que Cayetana se vio obligada a posponer los planes de boda–, Alfonso ha asistido a pocos actos públicos. Soltero hasta los 61 años, el palentino lo ha dejado todo por amor: su residencia en Madrid, su trabajo como funcionario en el Ministerio de Trabajo y su intimidad. De hecho, poco antes de la boda declaró que casi tira la toalla por toda la presión mediática que estaba soportando. A pesar de que la Prensa internacional –y parte de la nacional– se ría de la decisión de los novios y se pregunte qué habrá podido ver él en ella (le llaman «toyboy» y «plebeyo», entre otras cosas), Alfonso comenta: «La quiero muchísimo, y para mí es un privilegio quererla. La gente no sabe cómo es Cayetana; es estupenda. Es la mujer más inteligente, intuitiva y divertida...», comenta el novio para «¡Hola!». Respecto a la diferencia de edad, el castellano dice no notarla «porque la cabeza, el ímpetu y el espíritu de esta mujer me dan sopas con honda en juventud a mí y, tal vez, a otros más jóvenes que yo».
Tercer Duque consorte
Sus antecesores en el no siempre grato puesto ducal son dispares: Luis Martínez de Irujo era «un segundón» sin títulos nobiliarios propios, hijo del duque de Sotomayor, mientras que Jesús Aguirre era un ex sacerdote culto y elevado. De Alfonso Díez Carabantes poco sabemos: viene de Palencia, es hijo de militar, nació rodeado de hermanos a mitad del siglo XX y es funcionario del Estado, empresario y aficionado a los viajes, los toros y el cine. Acusado de «cazafortunas», su renuncia a los bienes y derechos que le corresponderían como Duque de Alba ha dejado patente que lo que siente es amor verdadero. Además, ha tenido paciencia infinita, esperando 30 años para conseguir a la mujer que le impactó cuando estaba casada con Jesús de Aguirre.
Su sastre dice de él que «es encantador, cercano, abierto, amable, agradable y simpático». Alfonso eligió John Lobb, una sastrería tradicional en la madrileñaNúñez de Balboa, para realizarse a medida el chaqué en tela de super160 en gris espigado que lució en su boda.
La revista «¡Hola!» ha publicado unas declaraciones en las que la Duquesa afirma que siempre supo que terminaría en el altar con Alfonso. Desde que en 1973 se conocieran en El Rastrillo, el funcionario no había parado de pensar en ella, hasta que el destino quiso que se reencontraran en el cine. Para la noble, siempre han estado «predestinados». «Al principio de nuestro noviazgo se insinuó que yo estaba trastornada. Puede que lo estuviera, pero de amor», confiesa Cayetana, quien siempre ha tenido muy claro que acabaría casándose con el funcionario: «Yo sabía que Alfonso y yo terminaríamos en el altar. Se lo había pedido al Cristo de los Gitanos». Seguro que nos esperan años de ver al nuevo Duque de Alba y a su mujer protagonizando portadas.
Esperada luna de miel en noviembre
El matrimonio tiene la vista puesta en su romántico viaje de novios a Tailandia, finalmente programado para principios de noviembre. Alfonso y Cayetana apuran los días en Sevilla, obligados por diversos compromisos que les retienen en Dueñas. Aficionados a los viajes (han estado juntos en Italia, Francia y Egipto), la semana que viene pensaban pasar cinco días en Rusia, pero han decidido anularla la cita en vista de que Eugenia Martínez de Irujo, hija menor de la Duquesa, sigue ingresada por su agudo brote de varicela.
Las mil y una pruebas que ha superado Alfonso
LA DISTANCIA Y EL TRABAJO
Aunque la Duquesa viaja a menudo a Madrid, Dueñas es su centro de operaciones, algo que ha dificultado sus encuentros con Alfonso, debido al trabajo de éste como funcionario en la capital. El AVE ha sido para él en estos cuatro años su segunda casa.
OPOSICIÓN FAMILIAR
Aunque el pasado miércoles cuatro de sus hijos hicieron piña para apoyar a su madre en la boda (Cayetano incluso la acompañó por rumbas), en un primer momento se opusieron de plano a la boda hasta que la aristócrata dejó atada su herencia ante sospechas infundadas sobre el novio.
LA ENFERMEDAD DE CAYETANA
Esta misma semana la madrina de la boda, Carmen Tello, revelaba que nadie, salvo Alfonso, apoyó a la Duquesa cuando en marzo de 2009 el neurocirujano Francisco Trujillo propuso implantarle una válvula para frenar la hidrocefalia. El apoyo del ahora Duque permitió que Cayetana abandonara la silla de ruedas en la que estaba postrada.
PRESIÓN MEDIÁTICA CRECIENTE
La irrupción del funcionario en la vida de la noble con más títulos del planeta le llevó a entrar por la puerta grande en el mundo del «cuore», con todo lo que implica: rumores injustificados sobre su sexualidad, buceo en su pasado, acusaciones infundadas... ¿Su respuesta? El silencio, el respeto y la educación.
Yo, Cayetana: esperadas memorias
Mañana en LA RAZÓN DEL DOMINGO se publica un adelanto del libro «Yo, Cayetana», editado por Espasa y que sale a la venta el próximo martes 11 de octubre. En sus memorias, la Duquesa de Alba repasa su vida: desde su nacimiento (que sucedió mientras cenaban en su casa, con su padre, Gregorio Marañón, Ortega y Gasset y Pérez de Ayala), hasta la actualidad, cuando la Duquesa de Alba reconoce que tiene «el corazón repleto y ocupado por Alfonso Díez». En el suplemento de mañana, Cayetana describe cómo su madre y el resto de miembros de su familia (menos su padre) esperaban un niño en vez de una niña. Una parte fundamental de sus recuerdos es cómo le marcó y le entristeció profundamente la muerte de su madre a causa de la tuberculosis. Reconoce que pasó una infancia muy vigilada por su padre y por su abuela, rodeada de animales y con una constante sensación de soledad.
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