Nueva York

En pantalla grande

La Razón
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Sorprende el ambiente que llena las salas donde se retransmiten óperas en vivo. Público de todas las edades que guarda mucha más compostura que quienes acuden a teatros o salas de conciertos. Hay bolsas de palomitas y Coca-cola, pero no suena un móvil, no se tose, no se cuchichea y los espectadores permanecen sentados hasta el último título de crédito. Esta pasada semana se ha iniciado temporada con «Anna Bolena» en directo desde el Met y «Adriana Lecouvreur» en diferido desde el Covent Garden, con repartos estelares: Netrebko en la primera, y unos extraordinarios Gheorghiu y Kaufmann en la segunda. Peter Gelb, intendente del Met, es un genio de la comunicación. La retrasmisión tiene todo el glamour de un producto hollywoodiense. Antes de la obertura, él mismo entrevista a Netrebko, Renée Fleming hace de presentadora y otras, como Deborah Voigt, hablan con el equipo musical y técnico.
Lo de menos es lo concreto de un espectáculo determinado: si Abdrazakov resultaba monocromo como Enrique VIII, si Costello podía enterarse de lo que es un piano, si la voz de Gubanova es o no grata, o si Netrebko –que está impresionante en la conjunción vocal y escénica a pesar de haberse echado kilos encima- emula o no a Callas, Genzer, Sills o Caballé. Lo importante es que se participa en un espectáculo que reúne calidad y, aunque en cine, mantiene el calor de un público que comparte el evento. La imagen es perfecta, con casi una docena de cámaras por el teatro enfocando escenario, público, «backstage» y camerinos. El sonido suficiente, quizá un punto excesivo en la saturación. Guión y realización, modélicos. Así se hacen las cosas y hasta los rusos se han apuntado a las retransmisiones desde el Met. También lo hará finalmente Italia con «Don Giovanni». Once títulos se ofrecerán de octubre a abril, de forma que, por 15 euros la sesión se puede ver casi toda la temporada de Nueva York. Una alternativa real, para no perderse, en tiempos de apretarse el cinturón.