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Trabajo político
Política: palabra horrible (júntenla con «madre» y lo comprobarán). Trabajo: ocupación retribuida. Con las declaraciones de patrimonio de sus señorías, lo único que me queda claro es que es un trabajo muy bien, pero que muy bien pagado. Me quedo con uno de los patrimonios más pobres de entre los líderes de los grupos, o sea, con el del diputado Llamazares: alrededor de 300.000 euros. Conozco a muchas familias en las que trabajan ambos progenitores. Con muchos años de trabajo cotizado, con hipoteca del piso a más de diez años vista y cuyo patrimonio no llega a esta cifra ni por asomo. A pesar de ser buenos trabajadores, competentes y cumplidores, de no derrochar y con un solo hijo, no consiguen que su cuenta corriente tenga nunca más de tres mil euros. Si hicieran mal su trabajo, caso de los socialistas en el poder, que nos han llevado a la ruina, o si se ausentaran a menudo sin causa justificada, caso de muchos diputados y senadores, perderían el trabajo, aunque fueran funcionarios, por falta gravísima. Es, pues, un trabajo bien pagado para algunos, aunque se haga rematadamente mal. ¡Ah! y hay profesionales de la política, que incluso llegan a ministros, sin carrera universitaria, y no por falta de medios. Eso perjudica a los políticos que hacen su trabajo honradamente y bien. Tres ideas: una, que les rebajen el sueldo a los políticos absentistas y torpes un 10%; dos, que supriman el inútil Senado; tres, una casilla en la declaración de la renta para los sindicatos. Y un mensaje para el señor Llamazares: no queremos que viva debajo de un puente, pero, como presume de comunista comprometido, sí que reparta parte de su patrimonio entre los que nada tienen.
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