PSOE

De la corbata estrenada y la infusión

Estaban todos. Mejor, casi todos. La vieja y la nueva –que ya no es tan nueva– guardia socialista; el pasado, el presente y el futuro, al menos el más inmediato.

Pajín, Jiménez, Jáuregui y Chacón acompañaron a Rubalcaba
Pajín, Jiménez, Jáuregui y Chacón acompañaron a Rubalcabalarazon

 MADRID- Rubalcaba lo es todo menos un desconocido para la política, y para el PSOE mucho menos. Pocos como él han logrado tantas veces la cuadratura del círculo de declararse tan «felipista» como «zapaterista». Quizá Bono, que allí estaba en primera fila, como siempre.
Bueno, también Chacón, en el tiro de cámara –como siempre–, aunque esta vez menos sonriente y menos rodeada. Sólo Barreda y Montilla la escoltaron hasta su asiento. No ocurrió lo mismo con Javier Solana, él sí es un referente para el PSOE. De aquella generación que acompañó a Felipe González en el cambio del 82 y en los posteriores gobiernos también estaban Ángeles Amador y Rosa Conde. Todos, con el candidato de las 24 «R», desde «racional» a «risueño». Rubalcaba es un viejo conocido de la política y del socialismo, pero ayer pocos le hubieran reconocido en los momentos previos a su discurso, en la intimidad de una cuarta planta reservada para él y sus allegados. No tomó café, sino infusión. Pese a sus reconocidas dotes para la oratoria, estaba nervioso. Y eso que le arroparon hasta 50 miembros de su familia. Un fallo en el aire acondicionado le puso aún más inquieto de lo que estaba. Tanto que ganas no le faltaron de arrancarse de cuajo la recién estrenada corbata de rayas rojas y blancas, la única que se vio en toda la sala y que sirvió de mofa y befa durante la mañana. Hasta Griñán se rió de él por ser el único «dandy» de la jornada. No la volverá a llevar, seguro, en ningún otro acto de partido. Pero ayer quiso dar con ella mayor solemnidad a su primer discurso como candidato. Era una excepción como también lo será que su esposa, Pilar Goya, aparezca en primera línea y se funda con ella en el más emotivo abrazo de la mañana. Ella prefiere mantener la estela de discreción que siguió Sonsoles Espinosa o en su día Carmen Romero. Pero para eso antes Rubalcaba tendrá que impedir, y no lo parece, que Rajoy llegue a La Moncloa.