Europa

Belgrado

Mladic reabre la herida bosnia

La captura del ex general revela las grietas de un país paralizado por las disputas entre musulmanes, serbios y croatas. «Os felicito, muchachos, habéis encontrado a vuestro hombre», dijo a los policías

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SARAJEVO- Cuando el anciano de 68 años Ratko Mladic salió a tomar la fresca en los alrededores de su casa en el pueblo de Lazarevo, quizás no imaginó que serían sus últimos segundos de libertad. Después de 16 años esquivando la justicia internacional, los hombres que le han escoltado en tantas ocasiones no estaban a su lado. Lo que sí llevaba consigo el anciano acusado de crímenes contra la humanidad eran dos viejas pistolas: «Qué clase de militar sería si no fuera armado», diría después de ser arrestado.

El conocido como «carnicero de Srebrenica» –donde murieron ejecutados 8.000 hombres y niños musulmanes en 1995– estaba alojado en la vivienda de su primo Branko desde hacía años. Una exhaustiva operación de vigilancia a sus familiares durante un año permitió dar con él. «Os felicito, muchachos, habéis encontrado a quien estabais buscando». Así parece que respondió el ex general serbio según informa el diario belgradense «Politika». Los agentes especiales de la Policía se esperaban una operación más complicada, quizá que Mladic tratara de huir, abriera fuego o se atrincherara en su guarida para después quitarse la vida.

Un país atormentado
El pueblo de 3.500 habitantes donde vivía, a 80 kilómetros al norte de Belgrado, vive estos días dividido por el acontecimiento. Lazarevo simboliza las fracturas de Bosnia, el estado que emergió tras cuatro años de guerra civil entre serbios, bosnios y croatas.

Este país vive atormentado por la misma desconfianza entre las tres comunidades que provocó el episodio más sangriento en el corazón de Europa desde la segunda guerra mundial. Actualmente es improbable que se produzca un nuevo estallido de violencia entre serbobosnios, croatas y musulmanes bosnios, obligados a convivir dentro de la misma frontera tras el acuerdo de paz de Dayton. Bosnia no está en guerra, pero tampoco ha alcanzado una paz real ni robusta. El país está con el agua al cuello mientras espera ser rescatado por la UE, Estados Unidos y otras naciones.

Pero ese rescate tiene condiciones, principalmente la creación de un Gobierno fuerte y centralizado. En esta idea están de acuerdo los musulmanes y croatas, pero no los serbobosnios, que han obstaculizado cualquier avance en estos años. No quieren vivir con otras comunidades porque se sienten miembros de una Gran Serbia que no existe sobre el mapa.

En Banja Luka, la capital de la parte serbia de Bosnia, Igor Gajic resopla cuando se le pregunta por la viabilidad de un estado étnicamente unificado. «Ni siquiera conozco cómo es el himno de Bosnia», dice irónico. Mientras él habla, unas 2.000 personas del municipio de Pale se manifiestan contra el arresto de Ratko Maldic. Entre los que protestan hay un perro que lleva pintado con spray la palabra «Tadic», el apellido del presidente de Serbia. Muchos serbobosnios consideran a Boris Tadic un traidor por ordenar la captura del criminal de guerra.

Al oeste, en la ciudad de Mostar, la croata bosnia Vjekosslav Barcic, de 48 años, recuerda que sus paisanos tuvieron que exiliarse a Croacia, donde les da acceso sin problema . «Quedan muy pocos de nosotros aquí. Es muy duro amar un país como éste», lamenta. En Sarajevo, Munevera Ljutovic, de 87 años, culpa a los serbios de la guerra y de la parálisis que sufre el país desde que acabó la guerra. «Quién sabe cuándo saldremos adelante», apunta. Los encontronazos étnicos impidieron en el pasado que Bosnia compitiera en torneos internacionales de fútbol. Esta situación ha dejado al país sumido en la debilidad económica y política. Tras la guerra el país quedó dividido en dos regiones: una serbia y otra en la que viven croatas y musulmanes. Comparten un Gobierno central con un mismo presidente. Un informe del Departamento de Estado de EE UU acusa a los serbios de permitir que el país sirva de base para operaciones terroristas.

No todos los serbios critican la detención de Mladic, pero muy pocos piensan que su arresto vaya a cambiar las cosas para mejor. Para una gran mayoría, Mladic es un símbolo de un pasado oscuro y el responsable del cerco de Sarajevo, en el que murieron 12.000 personas. Los analistas coinciden al señalar que la herida no ha cicatrizado y que aún queda un largo camino para borrar su reciente historia teñida de sangre y vergüenza. (Ap)


El preso pide a los suyos que no haya sangre
Ratko Mladic ha pedido al pueblo serbio mantener la calma, según comunicó ayer su abogado, Milos Saljic, ante la prensa en Belgrado. El ex general serbio ha pedido que su detención «no sea motivo de desórdenes» y que no cause «un baño de sangre» en Serbia, dijo Saljic. Sobre su salud, el abogado dijo que necesita un «tratamiento serio». «Es consciente de que irá a La Haya, pero antes quiere recuperarse». Asimismo, informó de que la Justicia serbia aún no ha decidido sobre la petición de Mladic de visitar la tumba de su hija Ana, quien se suicidó a los 23 años. El letrado reconoció que este permiso requeriría grandes medidas de seguridad. Darko Mladic, el único hijo del detenido, dijo que su padre no es capaz de entender la situación en la que se encuentra.