Crisis en el PSOE

El PSOE pide a sus barones una conjura para blindar a Zapatero

Las señales, en ocasiones, dicen más que las palabras. El marco, la puesta en escena, la tenue iluminación, algunas sillas vacías... La convención autonómica del PSOE desprendía cierto tufillo a decadencia, a fin de ciclo y a un teatro a punto de apagar los focos de la escena.

El debate sucesorio ha vuelto a abrirse con dos nombres sobre la mesa: el de la ministra de Defensa, Carme Chacón y el vicepresidente Rubalcaba
El debate sucesorio ha vuelto a abrirse con dos nombres sobre la mesa: el de la ministra de Defensa, Carme Chacón y el vicepresidente Rubalcabalarazon

Impresiones, sólo impresiones que, sumadas al exiguo presupuesto (180.000 euros) que los socialistas han destinado a esta apoteosis del autonomismo, quizá no responden más que a la impronta de participantes y periodistas ateridos por la falta de calefacción en el auditorio del Palacio de Congresos de Zaragoza.

Intuiciones aparte, la primera jornada del cónclave autonómicos del PSOE emitió señales políticas claras para barones y demás socialistas. La primera, en clave autonómica: «Ni un paso atrás en la España de las autonomías» (Chaves, dixit). La segunda, contra los adversarios y quienes los dirigen: «Están tumbados en el diván sin hacer nada y esperando que la crisis les haga el trabajo que ellos no son capaces de hacer», dijo también el presidente del PSOE. Le acompañó en su intención el vicesecretario general de los socialistas, José Blanco: «Cualquiera sabe que los que van con la bandera más grande son los que tienen el patriotismo más pequeño». A partir de aquí, el tercer y más insistente signo de la mañana fue para tocar a rebato y blindar el liderazgo de Zapatero y reivindicar su ¿legado? Ya está bien de debate sucesorio, de callar ante las críticas y los ataques; ahora hay que pasar a la ofensiva, dijeron los encargados de la jornada inaugural de la convención autonómica. Chaves emplazó a los socialistas a no amilanarse cuando soltó aquello de «no tenemos vocación de quemarnos en la hoguera de la crisis ni de perder citas electorales». Lo dijo de otra manera: «Salir a la calle y explicar que hemos hecho lo que hay que hacer en estas circunstancias. Y es en estos momentos de adversidad cuando se marca la grandeza y el liderazgo del PSOE, especialmente la grandeza y el liderazgo de Zapatero».

Por esta senda, la del blindaje del presidente del Gobierno transitaron las intervenciones de la mañana. Porque tras Chaves, con mucha más claridad y contundencia, Blanco conminó a los barones a defender a Zapatero: «Tenemos la obligación moral y política de defender a quien nos defiende». La frase, en ningún caso, pretendía –aclaró, luego, su autor– el epitafio, sino la reivindicación del secretario general del PSOE y su obra ante tanto «ataque, y tanta descalificación». La loa llegó hasta el extremo: «Nunca antes se había hecho tanto por modernizar el país, nunca antes se había hecho más por la igualdad, nunca antes nadie estuvo tan comprometido con la protección social, y nunca antes nadie hizo más por los derechos». El alegato acabó con un «me siento orgulloso de Zapatero, de sus valores y de su coraje. No conocí nunca un socialista mejor».

El mensaje tenía doble dirección, pero especialmente iba dirigido a aquellos que desde dentro del PSOE apremian a Zapatero a despejar su futuro para no hipotecar el suyo, éstos son la mayoría de los barones. Y debieron tomar nota porque no hubo uno que se saltara el guión para negar que exista el debate sucesorio. «Está en los medios, pero no en el partido», afirmó el andaluz Griñán. «Los ciudadanos tienen derecho a conocer nuestras propuestas y que no se les distraiga con debates internos», apostilló el balear Antich. ¿Que si defiendo a Zapatero? Pues sólo faltaba. Tiene derecho a marcar sus tiempos», se preguntó y se respondió el extremeño Vara. De repente, el debate de la sucesión dejó paso a la demanda del legado. ¿Les suena a despedida?


«No hay nada perdido»
La convención era autonómica y, claro, además de liderazgos, sucesiones o candidatos, también se habló de autonomías. Era el propósito y se puso de manifiesto en el discurso de Blanco, el más político y de mayor carga ideológica de cuantos se escucharon. Dijo a los allí presentes que no perdieran de vista que hace 33 años «la derecha dijo no, no y no al Estado de las Autonomías» y que negó su voto al Título VIII de la Carta Magna. Les emplazó a pasar a la ofensiva y combatir al adversario: «Nada alimenta más a los nacionalistas que los nacionalistas de enfrente. Por eso quiso también insuflar ánimo a la desmoralizada tropa: «Este PSOE no se ha arrugado jamás. Ha conocido todas las formas de adversidad y todas quedaron atrás. Volveremos a conseguirlo. Nada está ganado, pero nada está perdido el 22-M».