Europa

Moscú

El Chelsea va muy en serio

El Chelsea continuó su paseo triunfal en la Liga de Campeones con una fácil victoria ante el Spartak, que fue presa fácil de la insaciable ambición del equipo entrenado por Carlo Ancelotti.

Anelka marcó el segundo tanto del Chelsea al Spartak
Anelka marcó el segundo tanto del Chelsea al Spartaklarazon

El equipo londinense encadenó su tercera victoria consecutiva y enterró la maldición de Moscú, donde hace dos años perdió en los penaltis la final de esta competición ante el Manchester United.

Terry –que falló el tiro decisivo al resbalar en la tanda de penaltis en mayo de 2008– y sus compañeros maniataron a un equipo local que salió al ataque y lo pagó muy caro. El caso es que el equipo entrenado por Valeri Karpin comenzó muy enchufado y dio guerra durante los primeros quince minutos, pero fue un espejismo.

El francés Malouda, que se encuentra en un magnífico estado de forma, dio el primer aviso a los 14 minutos en una buena jugada individual, pero su disparo con la derecha salió desviado.
Diez minutos después el central argentino Pareja, que llegó hace pocos meses al Spartak procedente del Espanyol, hizo un mal despeje. El regalo fue aprovechado por Zhirkov, ex CSKA Moscú, para enganchar un fenomenal disparo sin dejar caer el balón, que se coló como una exhalación en la portería local.

A partir de ahí el equipo inglés dominó a placer, gracias a la superioridad física de sus defensas y centrocampistas, en particular de Essien. Anelka certificó la superioridad visitante con otro buen gol tras recibir un pase de Essien. El francés recibió el balón escorado a la izquierda del área, recortó al defensa con la izquierda y disparó colocado con la derecha.

La segunda parte fue un querer y no poder del Spartak, el equipo más laureado de la historia de Rusia, pero que no logra un título de Liga desde 2001, mientras que el Chelsea aguardó su oportunidad para incrementar su cuenta.

El brasileño Ibson puso a prueba en dos ocasiones a Cech a los 63 minutos, pero el checo respondió con acierto.

El Chelsea, cuya intensidad física no tiene par, demostró que es un serio aspirante al título de campeón de Europa, un torneo que se le resiste desde los tiempos en que el portugués José Mourinho se sentaba en su banquillo.