Rusia

Una pesadilla química por Fiamma Nirenstein

La Razón
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Desde hace algún tiempo se sabe que Siria dispone de lo que se llama el arma nuclear de los pobres, un arsenal químico mortal. Pero los americanos se han abstenido de denunciar los riesgos porque lo sucedido con Sadam Husein aún está fresco. Obama desde luego no va a pasar años gritando «que viene el lobo». Pero la verdad sale a la luz aunque duela: EE UU pasó página a pesar de los miles de avisos israelíes y las advertencias de diversos servicios secretos, y el «Wall Street Journal» dice que varios funcionarios de Asad afirman «haber trasladado parte de un arsenal químico». Y la alarma se acompaña de una declaración clara: «Es impensable sentar el precedente de tolerar otro programa de armamento de destrucción masiva delante de nuestras narices. Es increíblemente peligroso para nuestra seguridad». Por no hablar de la de los europeos o la de los israelíes. Hablamos de un «rais» árabe dispuesto a hacer lo que haga falta. ¿Por qué anda Asad en danza con el armamento químico exactamente y qué podría suceder ahora que se sabe? Las razones son básicamente tres: la primera es que el programa se estaría poniendo a buen recaudo, a la espera de usarse contra los rebeldes; la segunda es que preocupan las manos en las que pueda caer; y la tercera razón es que se trata de una fuerte medida disuasoria contra los insurgentes suníes. La evidencia es que Siria posee el mayor arsenal de todo Oriente Medio. Parece que sus misiles «Scud» ya están equipados con sustancias ensayadas. Las cabezas se dividen en dos tipos: las dotadas de un agente y las binarias. El primer tipo, según el experto israelí Arie Egozi, contiene el gas nervioso VX junto a otros agentes que provocan graves quemaduras y problemas respiratorios. El segundo tipo alberga dos agentes, que incluyen el gas sarín o GF, ambos letales. Para ser en general de la máxima eficacia, las sustancias han de liberarse a varios cientos de metros de altura para caer en forma de lluvia brumosa sobre un área grande. Siria también dispone de un amplio abanico de armamento convencional. ¿Qué puede suceder ahora que estas armas ven la luz? Todo o nada: esta hipótesis dice que las fuerzas internacionales se enfrentan a la perspectiva de que Asad convierta Oriente Medio en una enorme bomba química que habría que desactivar de forma activa, algo que no se recomienda por miedo a Asad, un químico decidido a sobrevivir. El «rais» sirio puede contar con el apoyo abierto de Rusia e Irán, por un lado, y con el silencio ridículamente cómplice de un Kofi Annan metido a mediador que callaba el suministro de armamento de cualquier tipo a Siria antes. Él tiene las armas químicas, y Annan no. Partida difícil.



Fiamma Nirenstein
Escritora y periodista italiana