Medidas económicas
Un equipo para «vender» reformas contra la crisis económica
Sacar a España del túnel en el que se encuentra su economía se ha convertido, sin duda, en el objetivo prioritario del Gobierno de Zapatero para el último año de su legislatura. Para ello, será imprescindible acometer una serie de reformas estructurales, entre las que figura en primer lugar la de las pensiones, que amenaza con prolongar la vida laboral hasta los 67 años de edad
De ahí que el presidente del Ejecutivo considere indispensable contar con un equipo que sepa transmitir a la sociedad «lo que se está haciendo y por qué se está haciendo».
Así lo aseguró ayer después de entonar el mea culpa y reconocer un error de comunicación este tiempo. Con este objetivo en el punto de mira, ha decidido rodearse de pesos pesados de la política socialista no sólo en el Gobierno, sino también en el partido. Su nuevo Ejecutivo deberá «vender» cómo se va a afrontar en la resta final de su segundo mandato, período plagado de citas con las urnas, las reformas «necesarias e impopulares» para combatir un desempleo cercano a los cinco millones de parados, en términos de encuesta de población activa.
Crecimiento en peligro
El presidente no ocultó ayer su satisfacción por el hecho de que el Gobierno ha conseguido sentar las bases con los Presupuestos de 2011 para la recuperación de la economía, gracias al respaldo parlamentario del PNV y de Coalición Canarias.
No obstante, su misión se complicará. La vicepresidenta segunda del Ejecutivo, Elena Salgado, reconoció el martes, en el debate a la totalidad de los Presupuestos Generales del Estado de 2011, la posibilidad de que la economía española no crezca el 1,3% del PIB previsto en las cuentas estatales, lo que aumentará, sin duda, el desempleo.
Para poder explicar esta eventualidad a la sociedad y, especialmente, a los sindicatos, Zapatero ha incorporado a su Gabinete a Valeriano Gómez, que respaldó el 29-S con su presencia en la manifestación que cerró la jornada de huelga general contra la reforma laboral del presidente.
Si no se cumplen las previsiones de crecimiento de Elena Salgado, el Ejecutivo se verá forzado a tomar decisiones «dolorosas» para conseguir controlar el déficit público y situarlo en el 6% del PIB el próximo año, tal y como le ha demandado la Unión Europea y el FMI.
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