Francia
Sarkozy ante su destino
PARÍS- Es su convicción más profunda: la victoria aún es posible. Nicolas Sarkozy lo cree firmemente. Confía en que mañana una marea de fondo le haga emerger de las profundidades en que los sondeos le mantienen sumergido desde el inicio de la campaña. Es la famosa «ola», una movilización que asegura sentir en cada uno de sus viajes. Es la «mayoría silenciosa» en cuyas manos pone la esperanza de su reelección. A ella volvió a apelar ayer en Les-Sables d'Olonne (oeste del país) porque el momento es «histórico». Un último mitin con aires de nostalgia y aroma de despedida.
Pese al fervor y el entusiasmo, más de un militante parecía convencido de asistir al adiós de su campeón. Pero el campeón de la UMP (Unión por un Movimiento Popular) no ha claudicado. Predice un «sobresalto» que hará mentir todas las encuestas que le dan por perdedor en el duelo final que librará mañana frente al socialista François Hollande. Ayer descargó contra él y contra el «sistema político-mediático» al que acusó de parcialidad, de manipulación de la opinión. Un sentimiento que se ha recrudecido entre las dos vueltas. «Como si sólo François Hollande tuviera derecho a dirigirse al electorado de Marine Le Pen», protestaba antes de sublevarse contra el imperio del «pensamiento único» que, a su entender, quiere imponer una decisión que todavía no está tomada. «Nunca antes como en estas dos semanas el pueblo de Francia ha sentido que se le ha faltado tanto el respeto», exclamó entre vítores. Pero a estas alturas de la partida, la victoria, si no imposible, parece difícil. Ningún sondeo le ha situado a la cabeza en la segunda vuelta en toda la campaña. Los cinco últimos publicados ayer confirman la tendencia. François Hollande sigue siendo el favorito, aunque la ventaja se reduce. Algo «normal» a dos días del veredicto final, explican los analistas. El candidato socialista se impondría con un resultado que oscilaría entre el 52% y el 53,5 % de los votos.
Una previsión que muestra el poco impacto que el debate del miércoles entre los dos candidatos habría tenido en el electorado, salvo para confirmar sus posiciones como suele ocurrir tras cada cara a cara. Sin embargo, ésta era la baza con la que Sarkozy esperaba poder «aniquilar» a un contrincante al que en el entorno presidencial reconocen que «quizá se ha subestimado». Además, la reserva de votos centristas podría estrecharse si los electores de François Bayrou siguen los pasos de su jefe de filas y, como él, votan mañana a François Hollande. «Una traición», según los barones de la conservadora UMP, que ven en esta decisión un «suicidio político». Los estudios revelan que esa masa de votos podría repartirse casi a partes iguales entre ambos candidatos, la abstención y el voto en blanco. El histórico resultado del Frente Nacional en la primera vuelta puso de manifiesto el malestar creciente en determinados segmentos de la población y la desconfianza engendrada por Europa y la globalización. Sarkozy ha escuchado el mensaje pero la estrategia de su consejero especial, Patrick Buisson, de radicalizar el discurso podría haber tocado techo. Tras meses de una implacable campaña, si algo contra lo que el aspirante al Elíseo no ha encontrado antídoto ni fórmula es el «anti-sarkozysmo» esgrimido por su adversario como argumento principal y que, junto a la crisis y sus consecuencias, podría acabar arrollándole mañana, haciendo de él el segundo presidente de un solo mandato en las últimas cuatro décadas, tras Valéry Giscard d'Estaing.
Votar «sin miedo»
Escéptico ante los vaticinios de los observadores, Sarkozy acabó alentando ayer a los suyos a «no tener miedo». Por la tarde, el presidente-candidato recibió el espaldarazo de algunos pesos pesados de la cultura francesa que hizo de contrapeso a los sinsabores de los sondeos. El actor Gérard Depardieu, el cineasta Claude Lelouch o el compositor Charles Aznavour emitieron un manifiesto de apoyo al presidente francés candidato a la reelección.
El texto, firmado también por la editora Valérie-Anne Giscard d'Estaing, el sociólogo Michel Maffesoli y el escritor Jean-Luc Seigle, criticaba a quienes le han denigrado durante la campaña. También acusaba a Hollande de ambigüedad en asuntos clave como la economía, la inmigración y el futuro del país, frente a un Sarkozy que dice una «verdad molesta pero ineludible». Pidieron, además, «unión» frente a la división socialista.
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