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El BCE exigió a España la «regla de oro» del déficit
PARIS- No era sólo una sospecha, o un simple rumor. A imagen de la carta confidencial que el Banco Central Europeo (BCE) envío a Berlusconi el pasado agosto exigiéndole una hoja de ruta económica, Zapatero también recibió la suya. Más que una llamada de atención, el dictado de lo que Madrid y Roma debían hacer si querían que la institución acudiera a su rescate comprando deuda pública de ambos países y reduciendo así las tensiones en los mercados. Eludido en repetidas ocasiones por el Gobierno español, los sindicatos dicen que el asunto fue evocado la pasada semana por el presidente electo, Mariano Rajoy, durante su encuentro con los agentes sociales para abordar la reforma laboral.
Una misiva secreta, fechada a primeros de agosto, de la que el Ejecutivo socialista, en su momento por boca de su portavoz y ministro de Fomento, José Blanco, negó conocer la existencia. Casi con la misma rotundidad con la que negó que el BCE exhortara a España a inscribir la regla de oro presupuestaria en la Constitución como acabó haciéndose.
En ella, la entidad monetaria parece clara y firme. Y supedita su intervención en los mercados secundarios para rebajar los elevados intereses de la deuda española a un ajuste presupuestario y unas medidas que en materia laboral pasan por una «devaluación competitiva» de los salarios y acciones destinadas a reducir el desempleo juvenil, que en España supera el 40% y dobla la media de la Unión Europea.
Concretamente, la fórmula que propone el BCE se asemeja a los «mini-empleos» (minijobs) que desde 2003 existen en Alemania como respuesta para atajar el paro y luchar contra la economía sumergida. Son contratos con un sueldo de 415 euros mensuales, 240 euros por debajo del salario mínimo interprofesional español, y sólo para empleos de «escasa consideración» que exime de impuestos al trabajador, que sólo abona las cotizaciones sociales de forma voluntaria.
Medidas en la línea de lo recomendado también por la OCDE que aboga reducir la dependencia de los convenios colectivos. Una «flexibilidad» que comparte el Partido Popular de Mariano Rajoy, que podría adoptar las exigencias del BCE como guión conductor de su futura gestión económica.
De hecho, la reforma de la Constitución para limitar el déficit fue el primer deber cumplido de la lista de tareas marcadas por el BCE, aunque el Gobierno de Zapatero no haya querido reconocer la hoja de ruta fijada por el banco europeo. Una señal de acato enviada desde Madrid a los socios europeos, y en particular al eje franco-alemán. Tanto es así que solo unos días después del envío de sendas cartas a España e Italia, Sarkozy y Merkel se felicitaban por la compra de bonos de ambos países por parte del BCE.
S&P amenaza ahora a toda la UE y a su banca
La agencia de calificación de riesgos Standard & Poor's anunció ayer que ha colocado en revisión la nota AAA de la deuda a largo plazo de la Unión Europea (UE) y que estudia una rebaja de la misma. Además, también bajo revisión para una posible rebaja la nota que otorga a algunos de los mayores bancos de la zona euro, entre ellos el alemán Deutsche Bank y los franceses Societe Generale y BNP Paribas, y en el que no hay ningún español. Existe un 50% de posibilidades de que S&P recorte el rating.
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