Valencia
El final de «El panocha»
La Audiencia pidió su ingreso en prisión por causar la muerte a tiros de un miembro de «los Miami» en 1999.
«Los Miami» se llevaron casi toda la fama, pero quienes les persiguieron en los noventa aseguran que los que cardaban la lana eran «los iraníes». Sus formas eran más toscas y sus métodos eran todo menos sugerentes. Si estas mafias de la noche querían hacerse con un local y el diálogo no había dado frutos, achantaban a los porteros y empresarios disparando al aire cerca de la sala en cuestión. Todo un ejemplo de sutileza que les llevó, al final, a su desaparición.
Fue en la puerta del Amnesia, pero para ellos siempre fue el «Friends». Casquillos de seis armas distintas y un muerto dieron con Bob, Shia y Atta entre rejas. «El Panocha», de nacionalidad española, escapó y once años después, la Policía le ha detenido en Benalmádena, a sus 33 años, con un pasaporte falso y varias causas pendientes a sus espaldas.
Las historias de «los iraníes» y «los miami» han pasado ya a la categoría de leyenda urbana. Sin embargo, en su momento, movían mucho y de muy violentos modos en la noche madrileña. Aunque eran competencia directa, según fuentes policiales, estos dos clanes no siempre estaban enfrentados y durante largas temporadas se dejaban hacer. El negocio era amplio y había porción de tarta para todos.
Su trabajo era bien sencillo. Actuaban como los gitanos que coaccionan a los empresarios para vigilar sus obras. «Yo me encargo de la puerta de la discoteca y de las drogas que se muevan dentro. Si no te dejas, lo lamentarás», venían a advertir. Una forma de vida accesible en esa época y que les dio mucho dinero y poder en la capital durante años.
De «los iraníes», por ejemplo, era el Barnon de Santa Engracia en la época en la que los madridistas Raúl y Guti frecuentaban la noche. Pero el «Friends» era una de las obsesiones de este clan. Una discoteca grande con muchos clientes potenciales eran oro puro para estos mafiosos cegados por el poder y los fajos de billetes. Lo intentaron varias veces, pero el «Friends» no cedía.
La Policía sabía del ataque de ese 11 de mayo de 1999 y de hecho, no hubo más muertos porque muchos de los porteros solían llevar chaleco antibalas por lo que pudiera pasar. La escena fue dantesca, según cuentan quienes la vivieron u oyeron hablar de ella.Su brutalidad y obcecación dejaron un reguero de sangre y vía libre a sus adversarios, «los Miami». Con tres cabecillas a la sombra y uno desaparecido, «los iraníes» se vieron obligados a abandonar la nocturnidad y alevosía a la que habían acostumbrado a policías y empresarios del ocio nocturno.
Vendido por dos sicarios
Cuentan las malas lenguas como verdad verdadera que la detención de «El Panocha» no tiene nada que ver con ningún fleco de la investigación que se ha alargado durante más de una década. Fuentes policiales aseguran que el precipitado arresto del bastión del clan de «los iraníes» se debe en su totalidad al chivatazo de alguno de los dos sicarios detenidos en Valencia hace pocos días. Mauricio Alberto González, alias «Ronco», y Henry Norberto Valdés, «Pollo», podrían haber guiado a los policías hasta la Costa del Sol y haber «vendido» a «Panocha» tras once años de huida a escasos 500 kilómetros de la puerta del «Friends». Sea o no, lo cierto es que con la detención de uno de los jefes de «los iraníes» se cierra una de las más cruentas historias negras de la capital.
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