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«Es como la mili»

El equipo del Telefónica cuenta las horas para embarcarse en la aventura de la Volvo Ocean Race: una regata de nueve meses, seis participantes y 73.000 kilómetros alrededor del globo. Xabi Martínez, uno de los tripulantes olímpicos a bordo, dice que la aventura «es como la mili». No se trata precisamente de un viaje de placer.

Volvo Ocean Race larazon

Madrid- A bordo no existe el concepto «cuando te levantas por la mañana...». Todos los regatistas del Telefónica, 11 en total, hacen guardias rotatorias de cuatro horas en cubierta, sea cual sea la hora del día. Después, disponen de otras cuatro para dormir. «Que en realidad se reducen a tres porque inviertes media hora en comer y otra media en desvestirte», relata Antonio Cuervas-Mons, Ñeti, que con 29 años es uno de los tripulantes más jóvenes. Si todo va bien en cubierta, cada regatista puede llegar a dormir unas 6 horas en intervalos de dos o tres. «Si hace mal tiempo o toca maniobra hay que ayudar a los que están de guardia, todo el mundo en cubierta y adiós a tus horas de descanso», se ríe. Aunque Ñeti asegura que no dormir suficiente es el menor de los problemas: «Al final entras en ritmo y si no eres tú el que tira de tus compañeros, lo hacen ellos de ti».

En alta mar, les preocupan más las infecciones de piel que puedan llegar a contraer, por ejemplo. Visten monos de agua la mayor parte del tiempo, un tipo de prenda que no permite la transpiración del cuerpo, por lo que las dermatitis son comunes. «También influye que no hay baños ni duchas, la higiene personal consiste en apañártelas con cuatro o cinco toallitas húmedas al día». Once tíos a base de toallitas durante periodos de hasta 20 días. «Sí, puedes hacerte una idea de la situación cuando ya han pasado dos semanas», comenta Xabi: «Por eso una larga ducha y una comida en condiciones son lo primero que buscas una vez pisas tierra». Aunque es aún más sorprendente el hecho de que no hay retretes. «Hay uno de emergencia para los días en que el frío, la lluvia o el viento no te permiten evacuar en cubierta», continúa Ñeti. La popa es el baño improvisado, para todo. «Es un barco súper espartano», añade divertido. Por lo que la intimidad a bordo es un concepto diferente al que aplican en tierra.

Uno de los tripulantes, Diego Fructuoso, es el responsable de los menesteres culinarios. Se encarga de cocinar, repartir los alimentos y decidir el menú del día. El tema de la comida es también muy curioso. Fructuoso no se implica en el manejo del barco, lo suyo es organizar de forma milimétrica los alimentos, que serán unos u otros en función del clima, el viento y la temperatura. La tripulación hace dos comidas calientes al día, por ejemplo arroz con vegetales, y dos «snacks» entre horas, frutos secos o barritas energéticas. Consumen unas 4.500 calorías diarias de alimentos deshidratados, que pesan menos, y cada gramo de más importa. A lo mejor un kilo de pasta deshidratada alcanza a llenar ocho platos. Beben agua de mar potabilizada. «Hay veces que es horrible. En el trópico está muy caliente y en océanos como el Índico puede estar a 3 grados», resopla Ñeti.

Sin embargo, nada es lo suficientemente malo como para renunciar a un sueño como la Volvo Ocean Race. De hecho, las familias de los regatistas suelen viajar con ellos, en otros barcos. Se organizan competiciones para niños en las diferentes ciudades de paso y reciben clases como en el colegio. «Aunque es también un viaje muy interesante para estar soltero», apunta Ñeti.
 

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